Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo by Charles Darwin

Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo by Charles Darwin

autor:Charles Darwin [Darwin, Charles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Viajes
editor: ePubLibre
publicado: 1838-12-31T16:00:00+00:00


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24 de noviembre.— Enviáronse la yola y el bote ballenero, al mando de Mr. Sulivan (ahora capitán), a estudiar la costa oriental o fronteriza a la costa de Chiloe, y con órdenes de encontrar al Beagle en la extremidad sur de la isla, dando al efecto la vuelta por la parte exterior, de modo que circunnavegase el conjunto. Acompañé a los expedicionarios; pero en lugar de ir en los botes, el primer día alquilé caballos que me llevaron a Chacao, en la extremidad norte de la isla. El camino seguía la dirección de la costa, cruzando de cuando en cuándo promontorios cubiertos de magníficos bosques. En estos trayectos sombríos es absolutamente necesario que el camino se halle guarnecido de una especie de entarimado, hecho de troncos escuadrados y puestos unos junto a otros. Como los rayos del so1 no penetran nunca en el follaje, el piso está tan blando y resbaladizo que, a no ser por dicha capa de madera, ni hombres ni cabalgaduras podrían caminar. Llegué a la aldea de Chacao poco después de haber sido armadas las tiendas pertenecientes a los botes, con el fin de pernoctar.

El terreno de las cercanías ha sido desmontado extensamente, y la selva contiene sitios retirados extraordinariamente pintorescos. Chacao fue en otro tiempo el puerto principal de la isla; pero en vista de que se perdían muchos navíos, a causa de las peligrosas corrientes y rocas de los estrechos, el gobierno español quemó la iglesia, y arbitrariamente obligó al mayor número de habitantes a emigrar a San Carlos. A poco de habernos instalado en nuestra tienda llegó a reconocernos el hijo del gobernador, el cual, por extraño que parezca, venía descalzo. Viendo enarbolada la bandera inglesa en el tope de la yola, preguntó con la mayor indiferencia si había de ondear siempre en Chacao. En varios lugares se asombraron los habitantes de ver los botes, y esperaban que fueran los heraldos de una flota española encargada de conquistar la isla, sacándola de la dominación del gobierno patriota de Chile. Sin embargo, todas las autoridades habían recibido aviso de nuestra visita y nos trataron con toda cortesía. Mientras comíamos vino a vernos el gobernador, que había sido teniente coronel al servicio de España, y ahora se hallaba en extrema pobreza. Nos trajo de regalo dos carneros, y aceptó, en reciprocidad, dos pañuelos de algodón, algunos objetos de bisutería y un poco de tabaco.



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