Desertores by Charles Glass

Desertores by Charles Glass

autor:Charles Glass [Glass, Charles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2012-12-31T16:00:00+00:00


Veintidós

La fatiga puede monoscabar rápidamente un espíritu combativo.

Psychology for the Fighting Man, p. 293.

Las últimas unidades alemanas se retiraron de los alrededores de Devesset. También se había ido de la región, hacia septiembre de 1944, el equipo de la OSS del teniente McKenzie con los siete soldados de la Compañía Charlie, que perseguían a la 11.ª División Panzer alemana, cerca de Lyon. Sin noticias de McKenzie durante dos días, el teniente Roy Rickerson clausuró la casa segura, devolvió las llaves a sus dueños franceses y cargó el equipo de su unidad en jeeps y camiones. Un Steve Weiss convaleciente se sentó junto a Rickerson en el coche guía, que el teniente condujo a través de las montañas, en dirección a Lyon. Rickerson se detuvo, de camino, para visitar a un amigo, el teniente Paul Boudreau, que se estaba recuperando en el pueblo de Annonay. Boudreau, al mando de la Operación Betsy, había recibido el impacto de una bala calibre .50 de un caza estadounidense. Los médicos que retiraron la bala de su cadera temían que una infección postoperatoria les obligara a amputarle la pierna. Había escasez de penicilina en la Ardèche, pero los barcos aliados suministraban medicamentos a diario en Marsella. Rickerson se aseguró de que, ahora que las carreteras eran seguras, llevaran allí a su amigo.

El convoy de Rickerson prosiguió hacia Lyon, en cuya periferia había luchado la 36.ª División cuando, el 2 de septiembre, el Ejército de la Francia Libre había liberado la ciudad[413]. El Grupo Operativo Louise se estableció en el Grand Nouvel Hôtel, donde ya residían varios otros grupos operativos de la OSS. Finalmente Rickerson se enteró de qué había pasado con McKenzie. Cuando sus tropas de la OSS y de la Compañía Charlie llegaron a Lyon, la 11.ª de Panzers ya se había retirado.

La valerosa pero suicida batalla que Weiss había temido no tuvo lugar. Sus amigos de la Compañía Charlie habían combatido en Lyon junto a los maquis contra francotiradores de la Milice situados en los tejados. Regresaron a la 36.ª División a tiempo de tomar parte en el sitio de Bourg-en-Bresse. De momento no habían llegado órdenes para Weiss.

El Dr. John Hamblet pidió a Weiss que visitara a un piloto herido en el hotel. Las manos del aviador estaban quemadas debido al incendio provocado por armas antiaéreas alemanas, que había derribado su bombardero B-24 Liberator haciéndolo estrellarse en un bosque francés. El piloto estaba paralizado por un dolor que la medicación hacía poco por aliviar. En una ocasión Weiss estuvo en la habitación durante cuatro horas, pero el piloto rara vez hablaba. Cuando lo hacía era para decir que no recordaba si había dado la orden de saltar en paracaídas a los otros siete miembros de su tripulación. La incertidumbre y la culpa intensificaban su depresión. El que las tripulaciones de B-24 llamaran a sus aparatos «los ataúdes voladores» por tener sólo una escotilla de salida y su tendencia a incendiarse en cuanto recibían un impacto, no disminuía su sensación de culpabilidad. Weiss cerró la ventana para evitar que se arrojara por ella.



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