Delirio y destino by María Zambrano

Delirio y destino by María Zambrano

autor:María Zambrano [Zambrano, María]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 1989-01-01T00:00:00+00:00


III

El otoño tiene también su verano; ese minuto en que se incendia su oro y se convierte en fuego; el aire se adensa y la luz se hace pastosa, corpórea, más visible que en el verano y sólo permite y hasta invita a que se la mire, y antes de caer se vuelve pálida como un fantasma de sí misma, imagen pura de la luz solar; astro que sin decadencia alguna ha cedido ante el requerimiento de la mirada humana. Es, más que la primavera, el instante de cumplimiento de las nupcias entre el Sol y la vida terrestre, y una paz y una secreta dulzura lo penetra todo; la vida humana también; es el momento de la amistad, de sentirse en amistad, aunque no se tenga; de la intimidad de la amistad, de su cumplimiento, si se la tiene.

Así, aquel otoño la amistad venía hacia ella, la de aquellos compañeros transformados en amigos, las de otros que habían ido apareciendo sin que se notara su irrupción. Solían venir los domingos por la tarde a su casa; y aquella tarde vendría uno nuevo… hasta cierto punto, porque «lo nuevo» no es vivencia de tales tiempos. En una atmósfera de amistad verdadera, como en el aire del otoño, todo parece venir de lejos, quizá desde siempre.

Y fueron llegando hasta su casa desde barrios distintos, desde ocupaciones distintas, algunos de sus amigos. «El nuevo» llegó el último porque venía del partido de football; era deportista y algo así como un mito en el ambiente estudiantil, aunque él propiamente no pertenecía a ninguna Facultad. No, nada de eso, él estudiaba para marino, preparaba ahora los exámenes teóricos en impaciente espera de las prácticas que le llevarían al mar.

El mito le aureolaba desde hacía un año a causa de un episodio habido cuando las grandes huelgas; ella no lo conocía a la letra porque se lo habían comentado como sucede con los mitos, como cosa sabida, que todos saben ya y sobre lo cual preguntar resulta indiscreto; peor aún, manifestarse profano. Había constituido el episodio más saliente de «la lucha en la calle» en aquellas asonadas y pequeños motines que los estudiantes levantaban expresamente en los lugares elegantes. A veces se concitaban en grupos cuando se sabía que S.M. el rey iba a asistir a alguna función teatral o fiesta pública para gritar con voz aflautada y quebradiza: «¡Viva el rey, viva el rey!». Los policías vacilaban, pues el grito era de lo más ritual, pero… ¡aquellas voces saliendo de pechos tan viriles! Hasta que acabaron de descubrir la burla. Aquella tarde en que su nuevo amigo realizó su hazaña en el «Palacio de la Música» no sabía lo que había pasado; el caso es que él luchó solo contra varios policías forzudos a los que venció. Mas claro que hubo de pagarlo, y fue a pasar cuarenta hermosos días a la Modelo, lo que perfiló su leyenda de hombre de acción, especie de «fuerza de la naturaleza». Y hasta la cárcel llegaba a



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