De Aristóteles a Darwin (y vuelta) by Étienne Gilson

De Aristóteles a Darwin (y vuelta) by Étienne Gilson

autor:Étienne Gilson [Gilson, Étienne]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 1971-01-01T00:00:00+00:00


Sería absurdo concluir que no hay diferencia entre ciencia y mitología, entre una evaluación y una ensoñación. Pero, inversamente, querer desvalorizar radicalmente, con el pretexto de su superación teórica, las viejas intuiciones, lleva, insensible pero inevitablemente, a no poder comprender cómo habría llegado una humanidad estúpida a convertirse en inteligente. No siempre se consigue(108) el milagro con tanta facilidad como se cree; y para suprimirlo en las cosas, a veces, se le remite al pensamiento, donde no es menos chocante y, en el fondo, inútil[26].

Por otra parte, se puede pensar sin mitologizar. Al pasar revista a sus propias conclusiones, W. M. Elsässer da excelentes ejemplos de lo que podría ser tal vuelta atrás en la consideración de antiguas ideas a la luz de nuevos hechos. Llama organísmica a su propia respuesta al problema de la vida, por la cual entiende que los organismos representan una forma de materia aparte[27]. En principio, la proposición sorprende, pues Aristóteles creía en la existencia de dos tipos de materia, celeste y sublunar; pero esta noción fue abandonada a partir de Galileo ¡y he aquí que se nos pide, actualmente, admitir en los seres vivos otro tipo de materia, además de aquella de los seres no organizados y constituidos, solamente, por elementos físico-químicos! Esta vez es el filósofo quien habría protestado, pues había concebido la materia inorgánica de tal manera que, gracias a su forma sustancial, pudiera entrar en composición consigo misma en la estructura de los seres organizados. Quizá no haya nada puramente material en la naturaleza. La reforma mecanicista operada por Descartes exigía, en primer lugar, la eliminación de la noción filosófica de «forma sustancial»; se ve, en consecuencia, cómo un científico moderno puede llegar a una conclusión tan extraordinaria como ésta. Puesto que en el universo de la física cuántica no hay formas, una diferencia específica, e incluso genérica, entre dos inmensas clases de seres, no puede ser explicada sino por una diferencia de materias. Nuestro biólogo lo ve claramente, y es esto lo que le lleva a un punto de vista «más profundo, filosófico»: tan estrechamente como se adhiera a los hechos observados, del mismo modo, ninguna «teoría de los organismos» será definitivamente satisfactoria(109), «a menos que incluya la noción válida de una idea a menudo sostenida en el curso de la historia de la biología: que los organismos representan una forma de materia aparte[28]».

¿Es verdaderamente tan antigua la idea? Por lo que recuerdo, es más bien nueva. La noción de que los seres vivos no podrían estar divididos en dos partes, una estrictamente determinada por las leyes de la físico-química y la otra de naturaleza diferente y autónoma[29], hubiera parecido absurda a Descartes y falta de sentido al mismo Aristóteles. Creo que el Filósofo hubiera dicho: sí, los seres vivos organizados y los seres inorganizados constituyen dos clases distintas, mas no porque consistan en dos especies que difieran en la materia, sino porque sus materias están determinadas por formas diferentes. Y por ello recurren los filósofos a esta noción de



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