Cuando llega la luz by Clara Sánchez

Cuando llega la luz by Clara Sánchez

autor:Clara Sánchez [Sánchez, Clara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2016-08-30T04:00:00+00:00


Julián

Al ver a Sandra me asusté. Al principio esperé junto a Libertad a que saliese del coche, pero como tardaba me acerqué a la ventanilla y la vi mareada con los ojos muy abiertos respirando muy débilmente. De no ser por ese hilo de respiración la habría dado por muerta. Enseguida supe que había ocurrido algo grave y que esa gravedad debía de estar relacionada con su hijo. El aliento le olía a acetona, como cuando Esther de niña tenía mucha fiebre y los labios se le habían secado y cuarteado; tenía el pelo pegado a la cabeza por el sudor. Por un instante estuve tentado de llamar a una ambulancia, hasta que empezó poco a poco a recuperarse. Noté como hizo un fuerte acto de concentración y decidió que debía luchar.

Cuando Esther me avisó de que debía venir aquí urgentemente, primero intenté quitarle importancia, pero luego me temí lo peor y tuve que tomarme un sedante. Y lo peor había sucedido, sin darme tiempo a descubrir qué quería de mí la Hermandad. No quise decirle a Sandra que si no les daba lo que querían simplemente me matarían como a Salva, y puede que ella no volviera a ver a Janín. O quizá no lo matarían: se lo quedarían, lo criaría alguna pareja joven, tendría unos supuestos abuelos como Fred y Karin, que lo educarían en el odio racista y antisemita, en el desprecio a los demás y a todo lo que él no pudiera controlar y a lo que no pudiera aspirar, y le convencerían de que su familia y su grupo eran superiores al resto de la humanidad. No le enseñarían a superar las frustraciones ni las contrariedades, y no podría soportar que el mundo no se ajustase a su medida. Pobre chaval.

Cuando llegamos a la casita, el silencio era aplastante. Los insectos zumbaban alrededor de las plantas y del limonero que daba sombra a una de las ventanas bajas. Era demasiado agradable, la típica atmósfera para comer en el jardín y luego echarse uno la siesta sin pensar en nada, dejándose llevar de puro aburrimiento y placer.

Nada más oír el coche y la moto, Santi abrió la cancela y salió fuera. Detrás venía una chica rubia con la cara hinchada y roja, que supuse sería la amiga.

—Estamos esperando a la policía —dijo Santi mirándome con odio, dando por supuesto que mi presencia en sus vidas no era normal ni buena. Y tenía razón.

—¿Eres tú la que iba con el niño? —le pregunté a la chica rubia.

Tenía los ojos grandes y redondos bordeados por unos párpados tan hinchados que le ocupaban toda la cara. Se arrimó a Santi y descansó la cara en su hombro, pero este se retiró suavemente y fue hacia Sandra.

—Haré fotocopias de esta foto de Janín y la pegaremos por el pueblo —dijo Santi.

Sandra y yo cruzamos una mirada, dudamos de que fuese buena idea.

—¿Por qué no esperáis a que venga la policía y mientras me cuentas qué ha ocurrido? —le dije a la chica rubia.



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