Cronicas by El tiempo

Cronicas by El tiempo

autor:El tiempo [tiempo, El]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Intermedio
publicado: 2014-12-16T00:00:00+00:00


LOS SECRETOS DEL CLAVECÍN

María Paulina Ortiz

Sus manos están llenas de polvo. Jean François Chaudeurge se pasea por entre sus herramientas, sus maderas, sus pegantes, hasta encontrar lo que busca. “¡Esto es!”, dice, y aparece de entre un montón de objetos con una pluma de cóndor en sus manos. Casi no hay espacio libre para caminar por su taller, que queda en un primer piso de una casa vieja al noroccidente bogotano. Jean François Chaudeurge es un artesano. No hace muebles ni joyería.

Hace clavecines.

Uno por año.

Hubiera podido seguir siendo un profesor de matemáticas. Para eso se preparó en París, donde nació (“el mismo año en que nació Bob Marley”, dice orgulloso; es decir, en 1945), y a eso se dedicó durante una larga temporada en una escuela de bachillerato francesa. Sin embargo, su gusto por la música lo llevó hacia otro rumbo. Jean François intentó tocar un instrumento, pero no le alcanzó el talento. “Mi familia era pobre, y cerca de nuestra casa no había conservatorios ni nada de eso. Empecé a estudiar música muy tarde, como a los quince años.

Y no di la talla”, dice. Entonces buscó el mejor camino para seguir estando cerca de lo que tanto quería: hacer los instrumentos que otros vendrían a tocar después.

A mediados de los años setenta, Jean François dejó su puesto de maestro de matemáticas (oficio que había elegido porque le tocaba hacer algo, no porque lo apasionara) y se fue tras las huellas de un constructor de clavecines que tenía su taller en una zona rural de Bélgica. Se trataba de nadie menos que de Jean Tournay, un reconocido fabricante de instrumentos barrocos. Se hizo su aprendiz.

Fueron buenos tiempos durante los cuales Jean François no solo se educó en el arte de la construcción de instrumentos antiguos, sino que pudo mostrar sus dotes de cocinero. “Además de comunicarnos su pasión, el maestro Tournay organizaba conciertos que eran seguidos de un bufé. Y yo les cocinaba”, cuenta con su acento francés intacto, aunque lleva casi veinte años en Bogotá.

Durante su estadía en Bélgica también aprovechó para conocer a los más importantes músicos que por esos años estaban comprometidos en lo que se llamó “el renacimiento del barroco”, que terminó por dar sus frutos en la década de los ochenta.

—¿De dónde le vino a usted ese amor por la música?

Chaudeurge responde:

—No tengo idea. Porque si me pongo a pensar, en mi casa, cuando yo era pequeño, mis padres ni siquiera oían música. Mi papá fabricaba vitrales para iglesias (que no le pagaban casi nada) y mi mamá era enfermera. Así que no sé.

Cuando estaba en su formación con Tournay, Jean François conoció a dos aprendices más —el suizo Emile Jobin y el inglés Christopher Clarke—, con quienes decidió asociarse y crear su propio taller. Lo llamaron Los Temperamentos Desiguales (una referencia humorística a los sistemas de afinación de la época, explica Jean François).

Los tres alquilaron un patio en el barrio del mueble en París, el famoso faubourg Saint-Antoine, y empezaron a construir instrumentos bajo



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