Crimen en Cornualles by John Bude

Crimen en Cornualles by John Bude

autor:John Bude [Bude, John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1935-01-01T00:00:00+00:00


11

Robo al cadáver

El azar quiso que, mientras Grimmet y el inspector almorzaban en el desierto salón del Ship, la niebla se dispersara. Llegó una brisa que hizo que al cabo de una hora el aire estuviera despejado y lleno de luz solar. El inspector no perdió un momento por miedo a que volviese la niebla y ordenó a Grimmet que lo condujera hasta Cove Cottage. Allí le explicó a la señora Peewit que deseaba usar un momento el garaje del señor Hardy. La puerta estaba abierta, así que hizo que Grimmet entrara el coche y apagara el motor. Supo por la señora Peewit que Hardy normalmente cerraba las puertas y que guardaba la llave, entre otras, en un cajón del escritorio. Por tanto, el inspector decidió comenzar por el salón y concederse el tiempo necesario para abrir el candado que daba acceso al garaje.

Grimmet sacó su reloj. Eran exactamente las 14:10. El inspector fue apresuradamente desde la casa hasta la leñera adjunta, que había sido convertida en el garaje. Abrió el candado y las puertas, y se subió al coche. Grimmet, con el reloj en la mano, se sentó rápidamente a su lado. El inspector pulsó el estárter automático y, tras calársele un par de veces, el motor empezó a ronronear. El coche salió al exterior y comenzó a ascender por el camino, alejándose de la cala. En lo alto de la colina, donde la carretera se bifurcaba, Bigswell puso la primera y aceleró. El coche aumentó la velocidad mientras avanzaba por la carretera desierta entre las tierras comunales sin demarcar. La aguja del acelerador se echó a temblar, hasta marcar casi los sesenta y cinco por hora. En menos de un minuto Greylings apareció a la vista.

El inspector había determinado antes que Hardy se habría detenido a medio kilómetro de la vicaría. No deseaba que el coche fuera visto y despertara comentarios. Lo más probable, teniendo en cuenta lo tarde que era y el mal tiempo, era que nadie fuese a pasar por la carretera. Por otro lado, si se acercaba demasiado a la entrada de Greylings podría ser visto desde una ventana de la vicaría. Además, a alguien de allí podría ocurrírsele más tarde, cuando le preguntaran, que había oído un coche detenerse frente a la entrada y después había seguido por la carretera. Aquella era la clase de cosa en que se fija la gente que vive en casas aisladas.

Por tanto, a unos cuatrocientos metros de la entrada de Greylings el inspector echó el coche a un lado, apagó el motor y salió. Corrió en diagonal por el terreno que descendía hasta el muro del jardín, mientras Grimmet gritaba detrás de él: «¡Cinco minutos y quince segundos, señor!». Bigswell, ansioso por conservar el fuelle, levantó un brazo en señal de darse por enterado. Cubrió la distancia a una buena velocidad y, al llegar al punto donde imaginaba que había sido colocada la última valla, se tomó el momento que le llevaría desatarse las botas. Después pasó por la parte de suelo embarrado, trepó el muro y fue con cuidado hasta el centro de este.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.