Criacuervo by Orlando Echeverri Benedetti

Criacuervo by Orlando Echeverri Benedetti

autor:Orlando Echeverri Benedetti [Echeverri Benedetti, Orlando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2016-12-31T16:00:00+00:00


Segunda parte: el desierto de Klaus

Tú y yo tenemos más ayeres que cualquiera,

necesitamos un mañana.

Toni Morrison, Beloved

1

Klaus Zweig se casó con una traductora alemana en el desierto de Criacuervo. El notario guajiro cobró por el trámite, por dos botellas de champán de mala calidad y también por hacer los oficios de barbero antes de la ceremonia.

Había llegado a ese lugar tras abandonar la Deutsche Marine y obtener un puesto como buzo en la petrolera Wintershall. Viajó a ese pueblo minúsculo al norte de Colombia por orden de la compañía, pues cerca de la costa se terminaba de instalar una plataforma que operaría durante varios años. Se calculaba que el nuevo yacimiento tendría unos dos mil millones de barriles de petróleo estimados para todo el campo. Era la primera vez que Klaus salía de Alemania y, debido a que no hablaba español, antes de empezar a trabajar recibió clases en Cartagena.

La muniquesa contratada para las lecciones se llamaba Helen Koch. Era una traductora profesional que peregrinó por Sudamérica y durmió en hostales donde la fiesta nunca terminaba. Justo cuando daba por finalizado su viaje y quería hacer algo de dinero para no volver con las manos vacías, obtuvo un trabajo en la Casa Cultural Colombo Alemana gracias a una amiga. Encomendada a Klaus, en cinco meses logró que el buzo berlinés chapuceara con confianza algunas frases inteligibles. En el tiempo libre que les quedaba salían a dar vueltas en un Renault 9 que la compañía le dio a Klaus para que se moviera por la ciudad. Se quedaban hasta tarde en arrabales de guaguancó, donde a menudo otros hombres sacaban a Helen a la pista de baile, mientras que a él no le quedaba otra opción que digerir los celos.

Cuando Klaus regresó a Criacuervo para iniciar el trabajo, ya no podía sacarse a Helen de la cabeza. Después de tres semanas, decidió regresar por ella. Apareció una tarde por la Casa Cultural Colombo Alemana con la cara curtida por el sol, un overol sucio, el pelo revuelto y oleoso y los ojos chispeantes. Además, apestaba a ron. A Helen la sedujo su aspecto demolido. Le gustaban los hombres estropeados por el mundo. Parecía, según le dijo, como si hubiera peleado con perros salvajes o cavado un agujero en la tierra para volver a ella. No le costó demasiado decidir marcharse con él. Helen se obstinó en conducir el tramo entero hacia el desierto, y en cuatro retenes, Klaus debió sobornar a los militares por la falta de documentos de su futura mujer.

La petrolera había construido un complejo de casas idénticas para los empleados, ya que la plataforma quedaba a unas cinco millas náuticas de la costa. La mayoría estaban habitadas por hombres solteros o que a causa de la distancia habían perdido a sus mujeres. Muchos de ellos recibieron las solicitudes de divorcio por correo. De hecho, durante un tiempo el cartero no se atrevió a volver al pueblo temiendo que lo mataran. Ya había sufrido dos palizas por parte de hombres enloquecidos por el hacinamiento y el desamor.



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