Cada vez que te olvido by Noa Alférez

autor:Noa Alférez [Alférez, Noa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-10-26T00:00:00+00:00

Capítulo 15

Rebeca intentaba disimular su emoción, pero el brillo de sus ojos desde que el carruaje en el que se apretaba junto a sus hermanos se iba acercando a Londres la delataba. Minerva y Eric no dejaban de hacer preguntas que Mónica no sabía contestar en su mayoría. Tampoco podría haberlo hecho, el nudo de tensión que se apretaba en su pecho apenas dejaba pasar el aire suficiente para respirar. Cualquier joven en su lugar estaría emocionada y feliz ante la idea de disfrutar de las bondades que tener una tía rica suponía, entre ellas renovar su vestuario y asistir a los eventos más selectos. A pesar de que estaban en marzo y la temporada no estaba aún en todo su esplendor, la actividad social no cesaba en la gran ciudad, muy al contrario; sin docenas de debutantes que no harían su presentación hasta el mes siguiente, el ambiente, según Elspeth, era mucho más divertido y selecto. A Momo no le importaba, lo único que esperaba era que esos quince días pasaran cuanto antes. Quince días que la separaban de la vida que quería, que la alejarían para siempre de esa sensación de inestabilidad contra la que había luchado toda la vida, de la dependencia vital y económica de otras personas. Quince días para desvincularse por completo de los Craven, de Nathan Craven.

La mansión de Elspeth Cotton estaba enclavada en una de las zonas nobles de la ciudad, pero no era tan lujosa como cabía esperar, aunque comparada con la solidez y la austeridad de la casa Blackmoore parecía un palacio. Apenas había obras de arte que destacar, ni tapices caros ni decoración ostentosa, salvo en las salas y comedores destinados a las visitas. Elspeth, a diferencia de su hijo, era una persona sensata y no veía con buenos ojos invertir en lujos en una casa que pasaba tanto tiempo vacía. No era tacaña, y lo demostró en cada modista, cada sombrerería y cada comercio que habían visitado los primeros días. Quería acallar los rumores y la mejor manera era exhibir por doquier a sus sobrinos vestidos de punta en blanco, ya fuera durante los interminables paseos por Hyde Park, en los pícnics a los que los invitaban, a pesar de que el tiempo no siempre acompañaba, o los museos a los que los llevaba. Y de paso iba sembrando en los hermanos menores, como si fueran pequeñas semillas, las bondades de los mejores colegios, donde podrían relacionarse con gente influyente e interesante, aprender cosas con las que no podían soñar y convertirse en personas instruidas con un futuro por delante. ¿Podría ofrecerles Mónica todo eso? La duda la torturaba y Rebeca podía verlo en sus ojos.

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