Azul de medianoche by Simone van der Vlugt

Azul de medianoche by Simone van der Vlugt

autor:Simone van der Vlugt [Vlugt, Simone van der]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T05:00:00+00:00


25

De repente noto que tiran de mí. Unas voces apagadas hacen que recupere la conciencia.

—Con cuidado —dice alguien—. Tiene la pierna rota. Cuenta hasta tres y la levantamos.

Abro los ojos. Veo unas figuras inclinadas sobre mí. Oigo cómo cuentan y percibo que me quitan el peso de la pierna, para luego apartar con un tremendo golpe un pedazo de piedra. Unos brazos fuertes me llevan al exterior. Una de mis piernas se balancea. El dolor es tan atroz que me desvanezco.

Cuando vuelvo en mí por segunda vez, estoy tumbada sobre una camilla de madera en medio de un enorme gentío. Hay personas que se gritan unas a otras, saltan por encima de mi camilla y me rozan la pierna herida. Grito de dolor y una voz enfurecida las ahuyenta, maldiciendo. Vuelvo a desvanecerme, para despertarme más tarde en una cama. No en mi casa, a juzgar por el mal olor que desprenden las sábanas y el alboroto a mi alrededor.

Cuando abro los ojos y miro a un lado, veo una sala a lo largo de cuyas paredes se alinean camas de las que surgen fuertes gemidos. En el suelo hay más heridos, que yacen en camillas y sobre las baldosas. La gente se abre camino entre ellos en busca de familiares, y también veo enfermeras. Comprendo entonces que estoy en el hospital del Koornmarkt. Y que estoy viva. Que me han salvado justo a tiempo de morir quemada.

Cierro los ojos y doy gracias a Dios. El alivio que siento es tan grande que hace más soportable el dolor. No sé exactamente qué me pasa, pero tengo vendajes en casi todas partes. La peor herida está en la pierna derecha: no puedo moverla lo más mínimo sin sentir un espasmo de dolor por todo el cuerpo.

Con sumo cuidado levanto la manta y miro debajo. Llevo la pierna vendada y atada a una tablilla. Las tiras de tela que hacen las veces de vendas están sucias e impregnadas de sangre. ¿Es mía o es la sangre de un paciente anterior?

Ha bastado ese pequeño movimiento para que vuelvan a aparecer manchas oscuras ante mis ojos. Los cierro e intento olvidarme del ruido que me rodea.



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