Antimanual de sexo by Valérie Tasso

Antimanual de sexo by Valérie Tasso

autor:Valérie Tasso [Tasso, Valérie]
La lengua: spa
Format: epub, azw3
Tags: Divulgación, Autoayuda, Sexualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2008-01-01T05:00:00+00:00


Si no siento placer, es que soy anorgásmica

Creo verdaderamente que las decisiones que he tomado harán un mundo mejor.

Georges Bush

Declaraciones en Time evaluando la invasión de Irak

El orgasmo no es una casualidad que se presenta, es una decisión que se toma. Una determinación a la que se llega, después de haber realizado una valoración, durante la interacción sexual, de esas circunstancias concretas que nos proponen la posibilidad del orgasmo. Como en cualquier toma de decisión, por inconsciente que sea, nuestro sistema de valores evalúa lo que está sucediendo, juzga la conveniencia o no de optar por la posibilidad que tenemos y decide si queremos adoptar esta alternativa o no. Sucede que, muchas veces, esta decisión la tomamos, sin saber que estamos tomando una decisión. Normalmente, es un proceso implícito que no requiere que tomemos lápiz y papel, pero que, en cualquier caso, sí exige que se haya aprendido a tomar esa decisión de manera implícita.

Un orgasmo no se tiene, se aprende a tenerlo, mejor dicho, se aprende a «permitirse» obtenerlo. Hay que instruirse no sólo en un conocimiento de la propia reacción sexual frente a determinados estímulos anatómicos (saber cómo es nuestro cuerpo y qué y de qué forma nos procura placer), sino, sobre todo, hay que formarse en el difícil arte de dejarse llevar, de dejar que la decisión quede en manos de nuestra respuesta sexual y no de nuestras «razones». Cuando la razón aparece, el orgasmo huye como los corderos del lobo. Cuando la razón toma la decisión, el orgasmo ya ha tomado la decisión antes.

Más que decir, como la coletilla, que no existen mujeres frígidas, sino amantes que no saben tocar, convendría disculpar un poco al amante (sabiendo que, efectivamente, hay demasiados amantes que no merecen ese calificativo) y matizar que, normalmente, no existen mujeres frígidas, sino mujeres que no han aprendido a dejarse tocar.

El papel del amante en el proceso tiene muchísima menos importancia de la que se suele atribuir. Alcanzar el orgasmo es una decisión estrictamente personal en la que el amante es sólo un elemento más de los que interpretamos en nuestra decisión de dejarnos o no alcanzar el eretismo. El orgasmo no nos lo procuran, lo alcanzamos nosotros solos. Decía Catherine Millet que no creía en absoluto que el sexo fuera un medio para comunicar, sino que es el dominio donde cada uno vive las cosas de la manera menos comparable que exista. El orgasmo es, en ese marco, una de las acciones más individualistas posibles. «¿Gofas, querida?», solía repetir Agapurnio. Y yo, o cualquiera, hasta con Agapurnio tocando el perineo o el laúd, podía haber gozado.

En cualquier caso, mi falta de orgasmo con él no era una manifestación de anorgasmia. Era, simplemente, que con él y con todo lo que rodeaba nuestra interacción sexual, yo decidía no alcanzar el orgasmo. La anorgasmia es la imposibilidad de alcanzar el orgasmo, no la imposibilidad de alcanzar un orgasmo.

Asunción era una de esas personas instaladas en la «lógica de lo peor». Todo le salía mal y, si en alguna ocasión no era así, ya se ocupaba ella muy mucho de que así fuera.



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