9786077627548 by Sánchez Carlos Cuauhtémoc

9786077627548 by Sánchez Carlos Cuauhtémoc

autor:Sánchez, Carlos Cuauhtémoc [Sánchez, Carlos Cuauhtémoc]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9786077627548
editor: Ediciones Selectas Diamante
publicado: 2012-12-18T06:00:00+00:00


Me miró recelosa. Le dije que me alegraba verla bien. Traté de explicarle cómo ocurrió el accidente, decirle que nunca fue mi intención lastimarla, pero mi discurso no la convenció. Se refugió detrás de las faldas de su madre.

Fui hasta una mesa sola y me senté en la silla dándole la espalda a la celebración.

Minutos después sentí la presencia de alguien a mi lado. Volteé. Era el joven sacerdote que había visto la escena con la hija de Julio.

—¿Puedo sentarme?

—Sí, claro. Gracias, padre.

—¿Qué tienes? ¿Por qué estás triste?

—Me siento enojado con Dios.

—¿Por qué dices eso?

—Por las casualidades inexplicables; yo atropellé a la hija de mi entrenador, en una increíble coincidencia de tiempos y espacios… Si ella hubiese entrado a la pista un segundo antes o después o su trayectoria hubiera sido un metro más a la izquierda o a la derecha, nada hubiera pasado…

—¿Y crees que Dios tiene la culpa?

—Él podía haberlo evitado. ¿O no?

Permaneció en silencio.

—¿Lo ve? —Respaldado por la razón, me atreví a decir más—. Hay una chica a la que yo quiero mucho. Se llama Lorenna. Hace años, ella se sintió traicionada, yo la confundí con otra persona, y acabamos alejándonos para siempre; ¡fueron muchas coincidencias!; Dios nos negó la oportunidad de hacer crecer nuestra relación. Ahora volvimos a encontrarnos pero es demasiado tarde.

El sacerdote me miró con ojos bondadosos. Sonrió, pero no se sorprendió. Parecía acostumbrado a que la gente le disparara intimidades a quemarropa.

—¿Puedo decirte lo que pienso?

—Hágalo. Por favor.

—Supe lo que pasó con la hija de Julio. Un accidente. Punto. Según las escrituras, Dios no propicia el sufrimiento, porque Él es fuente de amor y beneficios; somos nosotros mismos quienes generamos desgracias; por otro lado, tienes razón al pensar que el Todopoderoso es capaz de protegernos (lo hace constantemente), y a veces permite que enfrentemos adversidades o vivamos con espinas en la piel, pero lo hace por un propósito: para que cambiemos nuestras intenciones.

La frase del “para que” sonó demasiado rotunda.

—Explíqueme eso último —supliqué.

—Tú estuviste a punto de ser eliminado del equipo nacional. Me lo platicó Julio. Sufriste una derrota. Supiste lo que es perder, llorar y enfurecerte porque las cosas salían mal. No tenías un problema de capacidad física, sino de intenciones. Querías ganar un puesto sin la intención de pagar el precio; entrenando mal y poco. La adversidad te corrigió.

—¿Y de qué forma quería Dios que yo corrigiera mis intenciones cuando atropellé a la hija de mi entrenador?



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