Juventud en Extasis by Carlos Cuauhtemoc Sanchez

Juventud en Extasis by Carlos Cuauhtemoc Sanchez

autor:Carlos Cuauhtemoc Sanchez
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Mobela, Relato
editor: eBook's Xibalba
publicado: 2011-12-01T16:00:00+00:00


4

La Tentación Del Sexo Ilícito

—Para empezar —me dijo—, eso de acostarse con el novio no es cosa nueva. Se ha hecho desde siempre, así que tu generación no tiene nada que enseñarle a la mía —le resultaba difícil revelarme sus yerros de mocedad, pero ya no podía detenerse—. A los quince años perdí la cabeza por uno de mis profesores. Él me llevó a conocer la sexualidad completamente. Luego supe que era casado. Me abandonó. Fue mi gran secreto... A los veinte años me volví a enamorar. Esta vez de un amigo de la familia.

Estaba segura de haber hallado al príncipe de mis sueños y me entregué nuevamente sin condiciones. Aun cuando él me confesó haber tenido relaciones íntimas antes, yo le juré que era virgen —hizo una larga pausa con la vista perdida en sus evocaciones—.

Ambos estábamos muy solos y desesperados por hallar una pareja, así que tuvimos sexo antes de casarnos —continuo—. Los jóvenes de aquella época poseíamos la misma cantidad de hormonas que ustedes, pero había menos promiscuidad y el sexo sin amor era poco frecuente...

Se detuvo. Me di cuenta de tener la boca abierta. ¡Estaba hablándome de mi padre!

"Sigue, por favor", rogué en mis adentros. Era preciso enlazar de una vez por todas los elementos inciertos de mi verdadero origen...

—Nuestro noviazgo fue corto. Nos unimos en matrimonio sin conocernos a fondo.

Fracasamos. Un abismo de diferencias mentales nos separaba. Él devoraba tratados de ciencias, coleccionaba libros, impartía clases de química en escuelas superiores y.

cuando

le quedaba tiempo tiempo, experimentaba uniendo compuestos en un laboratorio que improvisó en la casa. Yo en cambio detestaba el estudio y la lectura; sólo me desenvolvía bien en reuniones sociales y haciendo deporte. Nuestros valores se repelían.

Yo religiosa, él libre pensador; a mí me agradaba bailar, ir a fiestas, convivir con gente, mientras él, bastante huraño, detestaba las reuniones y prefería estar solo. Yo hablaba fuerte, rápido, de mil cosas a la vez; él conversaba despacio, con bajo volumen. Creo que nunca nos comunicamos eficientemente excepto cuando hacíamos el amor. Pero eso duró poco.

Era difícil de creer. ¿De modo que entre mis padres existió la atracción química pero no la intimidad emocional ni la correspondencia intelectual?

Observé a mamá abierta, descaradamente. Era una mujer alta y delgada. Aún a su edad llamaba la atención por su inusitada belleza y buen cuerpo. Me imaginé que veinte años antes debió de ser extremadamente sensual.

—¿Mi papá llegó a darse cuenta de que le mentiste respecto a tu virginidad? —

cuestioné.

—Sí. Se lo confesé después de la luna de miel. Le produjo un gran malestar. La virginidad es un mito que no vale nada, pero la honestidad en la pareja sí vale. De hecho es la base de todo, y yo no fui honesta, lo engañé, no le tuve confianza. Él dedujo que mi entrega era pensada, estratégica, que si había sido capaz de ocultarle algo tan íntimo seguramente le ocultaría cualquier cosa. A partir de entonces la relación fue peor cada día. El aumentó su carga de trabajo y yo me fui alejando poco a poco.



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