Ante todo, mucho karma by Laura Norton

Ante todo, mucho karma by Laura Norton

autor:Laura Norton [Norton, Laura]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2017-01-01T05:00:00+00:00


13

LIARLA PARDA

Pasaba las hojas de la revista hacia delante y hacia atrás. Supongo que para tratar de deshacer lo que había ahí escrito o para retrasar el tiempo unos minutos, los suficientes como para no dejar el mensaje que había dejado en el contestador de Aarón.

—Pero… pero…

Miraba la revista y luego miraba a Mario, a David, a todos, para posar otra vez mis ojos en el texto.

—¿Pero nadie ha leído este artículo?

—Con detenimiento, no, que tampoco queríamos ser cotillas —dijo David.

—Mario, ¿tú no has leído este artículo? La revista es tuya, ¿no?

—Yo solo leo los arggs —se justificó Mario—. ¿Qué pasa?

—¿Que solo lees los arggs? —grité. Grité tanto que me debieron de escuchar hasta en el Palacio Real—. ¿De verdad nadie lo ha leído?

—¿Ma qué sucede? —preguntó Roma, acercándose.

—Sucede, sucede que en este artículo pone que está rodando un videoclip. Que son imágenes de un puñetero videoclip. ¿De verdad que nadie lo sabía?

—¿Pero qué dices? —preguntó David, quitándome la revista y leyendo—. Es verdad. Qué desgraciados. Hacen creer que tiene una aventura para luego en pequeñito…

—¿Qué? ¿Pero pueden hacer eso? ¿Es legal? —preguntó Mario.

—Yo os mato, os mato, ¿pero sabéis el mensaje que le acabo de dejar a Aarón? ¿Pero lo habéis escuchado? Que le he llamado de todo menos bonito. Que le he declarado la guerra por teléfono. Que le he dicho que es lo peor, que…

—Claro que te hemos escuchado, como para no escucharte —dijo David—. Que yo pensé que te iba a sentar mal ver las fotos, pero no que perdieras el oremus de esa manera. Que te veía yo más liberal…

—¿Más liberal? ¿Más liberal? Claro que puedo ser liberal, sobre todo si me hubierais dicho que era un maldito videoclip. ¿Y ahora qué hago? ¿Ahora qué hago? ¿Eh? ¿Eh? ¿Me pego un tiro?

—Pero después de la presentación —insistió Mario.

—¿Qué?

—Que digo que hagas lo que quieras, pero después de la presentación.

—Mario, no puedo dejar que escuche ese mensaje. No lo puede escuchar. No lo puede escuchar. ¿Qué hago?

Los miré buscando ayuda, una respuesta, alguna ocurrencia magnífica. Pero nadie habló. Todos callados. ¿Y si lo intentaba en el teléfono de casa? A lo mejor sí había ido a dormir. Lo llamé, pero nada. ¿Qué podía hacer? Trataba de pensar a toda velocidad, utilizando la lógica, si es que era capaz de hacerlo.

—A ver, si no me ha cogido el móvil probablemente es porque lo tiene apagado o lo tiene en la mochila. Y él solo se aparta del teléfono en los conciertos o cuando está grabando. Sí, estará en el estudio. Me voy.

—¿Cómo que te vas? ¿A dónde te vas? No te puedes ir. ¿Cómo te vas a ir ahora?

—Sí, me voy a su estudio.

—No, no, no, de eso nada. Los de Luanca están a punto de llegar. No te puedes ir.

Pero yo no atendía a razones. Estaba ciega de determinación.

—Tiene que estar grabando. Con un poco de suerte está grabando, y su móvil fuera, en la mochila, y puedo cogerlo y borrarle el mensaje. ¿Quién me presta



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