Alguien dice tu nombre by Luís García Montero

Alguien dice tu nombre by Luís García Montero

autor:Luís García Montero [García Montero, Luís]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-12-31T16:00:00+00:00


Don Alfonso me invitó a entrar en su despacho. Vicente había avisado ya de que iba a aparecer por la oficina. A media mañana, cuando llegó la hora del café, cansado de mí mismo, de evitar las miradas hacia Consuelo y de atender llamadas telefónicas, me levanté para cumplir la cita matinal con el camarero viudo. Pero Vicente comentó que teníamos que esperar la llegada de don Alfonso. Era la ocasión anunciada. Tal vez me propusiese permanecer por unos meses en la editorial. Septiembre había entrado con buen pie, buenas lluvias y muchos pedidos. La Enciclopedia Universo introducía en cómodos plazos una promesa de futuro en los hogares de la ciudad. Ofrecía el saber, la educación, la cultura y los sueños capaces de abrir una puerta a la esperanza por poco dinero, el pequeño ahorro disponible en la modestia cotidiana para pensar en el porvenir. Que un hijo tuviese a mano los datos sobre las Islas Carolinas, la capital de Suecia o el significado de la antítesis suponía un motivo de confianza en la vida. No me encontré con fuerzas para reírme de tanta ingenuidad. Recordé el orgullo con el que mis padres esperaban mi orla universitaria. Querían colocarla como un triunfo familiar en las paredes de su casa.

La llegada de don Alfonso no fue la única sorpresa de la mañana. Cuando las agujas del reloj de la oficina se acercaban a las diez y media y yo luchaba contra el desánimo de un tiempo paralizado, tres días sin poder hablar con la esquiva Consuelo, sin aclarar las cosas entre nosotros, llamó por teléfono Ignacio Rubio, mi profesor de Literatura. Había vuelto de sus vacaciones en Santander y de una pequeña estancia en la Escuela de Altos Estudios de París. Me alegró su cordialidad. Agradecí, sobre todo, la propuesta de que fuese a verlo esa misma tarde a su casa. Quería que le contase mi experiencia en la editorial, mis progresos literarios, mis planes, porque me iba a proponer un proyecto para el nuevo curso. Entusiasmado al saber que contaba conmigo, quise enterarme enseguida. Estaba a su disposición, claro que sí, nada me hacía más ilusión. ¿Podía anticiparme por teléfono de qué se trataba?, pregunté. Pero volvió a citarme en su casa, sobre las siete. Luego hablamos, me dijo. Ce n’est encore qu’un projet. A Ignacio Rubio le gusta adornar con un poco de cultura francesa sus recuerdos, sus discusiones, sus teorías literarias y sus citas con los alumnos.

La rutina volvía a la ciudad. Jacobo llevaba unos días declarándose inútil para los estudios de Derecho e inventando planes con Mariví. Jesús, mi otro compañero de piso, había anunciado su llegada para el día siguiente, dispuesto a convertirse en un médico religioso y rico, los dos valores que definen su vocación y que me sacan de quicio cada vez que alardea de la claridad del futuro sin darse cuenta de sus contradicciones. No comprende el lado hipócrita de sus enjuagues entre el pragmatismo y la espiritualidad. El único que parece no aceptar este regreso otoñal a la rutina es don Alfonso.



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