(Warhammer - Gotrek Y Felix 10) Mataelfos by Nathan Long

(Warhammer - Gotrek Y Felix 10) Mataelfos by Nathan Long

autor:Nathan Long [Long, Nathan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: sf_fantasy
ISBN: 9788448036782
editor: Timun Más
publicado: 2012-01-01T18:03:24+00:00


Doce

Gotrek se echó hacia delante, gruñendo salvajemente, y la violencia del movimiento hizo que crujieran las junturas de la tubería.

Félix también tiró hacia delante, la furia hervía dentro de él.

—¿Qué le has hecho a mi padre, basura?

El skaven viejo se apartó de un salto de ellos, chillando alarmado, y la rata ogro se puso de pie, gruñendo peligrosamente y mirando a su alrededor. El vidente se volvió hacia sus secuaces y les chilló en su propio idioma, señalando a Gotrek con un tembloroso dedo.

—¡Respóndeme! —gritó Félix—•. ¿Qué le has hecho a mi padre?

Uno de los guardias acorazados le dio un revés a Félix con una mano enfundada en un guantelete de malla, mientras el asesino vestido de negro se acercaba presurosamente a Gotrek y sacaba del cinturón un rollo de fina cuerda gris. El golpe le giró la cara a Félix e hizo que dentro su cabeza estallara un terrible dolor. Sintió que le goteaba sangre desde más arriba de la oreja. Decidió que esperaría hasta tener al viejo skaven ante la punta de la espada antes de formularle más preguntas acerca de su padre.

—¡Suéltame, saco de palos con cara de calavera! —gruñó Gotrek.

Le lanzó mordiscos al asesino que le apretaba la cuerda en torno a su pecho y hombros, mientras el viejo skaven chillaba órdenes desde una distancia prudencial. Aethenir contemplaba todo esto como si pudiera tratarse de una extraña pesadilla.

El asesino tiró de las finas cuerdas hasta que Félix vio que se hundían profundamente en la carne del Matador y hacían manar sangre en algunos sitios, para luego atarlas y retroceder. Gotrek forcejeaba pero no podía moverse ni un centímetro. Con un gruñido, pareció resignarse a la situación y decidió conservar sus fuerzas.

El viejo skaven lanzó un suspiro de alivio y volvió a avanzar mientras posaba sobre ellos una mirada triunfante.

—Mis dos Némesis —suspiró—. Al fin os tengo en mis zarpas. Al fin pagaréis por todas las indignidades que me habéis hecho sufrir. —Siseó, como el vapor que escapa de una tetera—. Horriblemente moriréis, sí-sí, pero lento-lento. Primero sufriréis por todos los largos años durante los que yo he sufrido por culpa de vuestras crueles intrigas. —Los ojos del demente hombre rata brillaron de júbilo—. Por cada derrota, un cortecito. Por cada contratiempo, un cardenal. Por cada desdicha, un hueso roto. —Se acercó más, con la cola y las frágiles extremidades temblando de febril emoción, hasta que Félix pudo oler su acre aliento—. Imploraréis-imploraréis misericordia, mis Némesis... pero de nada servirá.

—Pero... —dijo Félix, completamente perdido—. Pero ¿quién eres?

El viejo skaven se detuvo. Parpadeó y retrocedió un paso.

—¿No... no me conoces?

Le dirigió a Gotrek una mirada interrogativa.

El Matador se encogió de hombros.

—A mí todos me parecen iguales.

Félix volvió a mirar al skaven y negó con la cabeza.

El hombre rata retrocedió con paso tambaleante y ojos desorbitados, y chocó con el sirviente sin cola. Este chilló y el viejo se volvió contra él, lo golpeó con el báculo y lo insultó brutalmente. El sirviente se encogió, y luego salió tambaleándose de la cámara mientras el viejo skaven continuaba chillándole.



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