Viaje por el Guadalquivir y su historia by Juan Eslava Galán

Viaje por el Guadalquivir y su historia by Juan Eslava Galán

autor:Juan Eslava Galán [Eslava Galán, Juan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-04-01T04:00:00+00:00


La última precisión no tiene desperdicio: «Los trabajadores deben ser jóvenes y personas que atiendan los consejos de los viejos».Terminada la visita de la gran ciudad palatina junto al Guadalquivir, los dos amigos regresan al coche y a Córdoba, la tarde ya de recogida.Después de un silencio, Rafael dice:—Abderramán III reinó cincuenta años, siete meses y tres días. Cuando falleció, encontraron entre sus papeles personales una nota en la que contaba los días felices de su vida: «Solamente catorce, y no seguidos».—Estoy pensando —dice el viajero—, todo este esplendor, ¿cómo terminó?—Todo lo que sube baja. Medina Azahara tardó casi medio siglo en construirse. Paradójicamente tuvo una vida corta, apenas otros cincuenta años.—¿Es posible? —se sorprende el viajero—. ¿Tanto gasto no sirvió para nada?—Ya lo ves. Estaba de Alá que nadie disfrutaría de tanta grandeza durante mucho tiempo. En 1010, pocos años después del fin de las obras, los beréberes sublevados irrumpieron en Medina Azahara y la destruyeron e incendiaron, sin respeto alguno por el patrimonio. Desde entonces fue, como Itálica, campos de soledad, mustio collado, un despoblado adonde los contratistas de Córdoba acudían a proveerse de mármoles, fustes de columnas y fuentes para sus patios. Entre los removidos escombros siguen apareciendo fragmentos de las yeserías hermosamente labradas que revestían los muros.—Pues, ¿qué ocurrió para que todo se fuera al traste?—El sucesor de Abderramán III, su hijo Alhakén II, heredó el Estado fuerte, una hacienda saneada, un país próspero, una corte brillante y un ejército potente capaz de mantener a raya tanto a los cristianos del norte como a las levantiscas tribus marroquíes. Fue un hombre feliz, culto y discreto que llegó a reunir una biblioteca de unos cuatrocientos mil volúmenes. Lo malo es que todo eso lo heredó un hijo inútil, Hisham, en cuyo reinado resurgieron los grupos de poder que condujeron Córdoba a la anarquía y arruinaron la gran obra del abuelo. Córdoba quedó en manos de jefes beréberes unánimemente despreciados por la aristocracia andalusí (como antaño Roma y los auxiliares bárbaros). La situación se tornó tan inestable que en el espacio de veinte años se sucedieron diez califas.—¡Gran lección de la historia y de la vida! —reflexiona el viajero—. El abuelo labra una fortuna, el hijo la mantiene y el nieto la dilapida.El viajero y su amigo cenan en el barrio viejo de Córdoba en unas bodegas cercanas a la plaza del Potro. Se sientan a la mesa, con su mantel de cuadros blancos y verdes. Acude solícito un camarero joven, un chico delgado, incluso espiritado, que le da un aire a Anthony Perkins en Psicosis .—Podría usted recomendarnos una cena ligera —solicita Rafael.—Y sana, quiero suponer, porque ustedes están en una edad —añade el interpelado.—Pues… sí, naturalmente —responde Rafael un tanto confuso.—En ese caso les recomiendo de primero unos boqueroncitos en vinagre y después un revuelto de espinacas.Rafael consulta a su amigo con la mirada.—A mí me parece estupendo —dice el viajero.—¡Ea, pues eso!Mientras llega la comida degustan una copa de montilla con unas aceitunas.Vuelve el camarero.—Aquí



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