Una pretendienta inesperada by A. S. Lefebre & Verónica Mengual

Una pretendienta inesperada by A. S. Lefebre & Verónica Mengual

autor:A. S. Lefebre & Verónica Mengual [Lefebre, A. S. & Mengual, Verónica]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-12-01T00:00:00+00:00


* * *

Connor observó la gran puerta de madera a la espera de que Dash aceptara recibirlo. No tenía idea de lo que había sucedido para que Blair no quisiera verlo, pero lo que hubiese sido también había hecho que no le permitieran la entrada a la residencia de los duques. Él había intentado hablar con ella en muchas ocasiones y justo cuando tuvo la oportunidad de hacerlo, el idiota de un tal vizconde Reading apareció y lo golpeó en medio de un baile. Después de esa noche, ver a Blair fue imposible, debido a que Delila había sido herida y por ese motivo la familia se retiró de los eventos sociales.

Su padre también supuso una molestia, al imponerle a la que, según él, era la esposa ideal. Una muchacha aburrida que solo sabía hablar de vestidos, veladas y otras tonterías. No obstante, Dereham la había soportado con la intención de que su padre lo dejara de fastidiar, aunque estaba a punto de perder la cordura. Lord Dawkins no hacía más que concertarle encuentros, incluso lo había obligado a que diera un paseo con la muchacha elegida por él por Hyde Park, pero su paciencia ya se estaba acabando. Sin embargo, debía aguantar solo un poco más.

Connor sabía que, si se casaba con Blair, su padre cumpliría su promesa de desheredarlo, así que estaba concertando algunos negocios para poder tener un futuro tranquilo junto a su diablesa, sin depender de su padre o del título.

Dereham salió de sus pensamientos al escuchar la puerta.

—Su excelencia lo atenderá. —Le anunció el mayordomo.

El vizconde soltó el aire que había estado reteniendo en los pulmones. Estaba nervioso.

Siguió al sirviente hacia una estancia, aguardó a que abriera la puerta y entró cuando se lo indicó. El duque se encontraba sentado frente a su escritorio, Dereham lo miró y entendió por qué lo apodaban el león Dash. Su porte era fiero e imponente.

—¿Para qué quería verme? —preguntó el duque.

—Yo… quisiera hablar con usted sobre Blair.

Dash lo estudió con la mirada.

—Pierde su tiempo, ella no quiere saber nada de usted, así que se puede marchar —le dijo con frialdad.

—No me iré hasta saber el motivo por el cual ella no quiere recibirme —apostilló Connor, no pensaba marcharse de ahí sin una respuesta.

—No tengo ningún problema en sacarlo personalmente de mi propiedad —replicó el duque—. Así que decida, ¿se marcha o lo saco yo?

—Correré el riesgo de que lo haga usted —afirmó Dereham con tranquilidad.

Dash se puso de pie, se quitó la chaqueta y la colocó con cuidado en el sillón a la espera de que el vizconde decidiera irse por sí mismo.

—Veo que es valiente, no cualquiera se atrevería a enfrentarse a mí —comentó el duque mientras se acercaba a él.

—Si ese es el precio para que al menos me diga algo sobre Blair, créame, lo pagaré con gusto —aseveró el vizconde.

Dash se acercó a él, lo tomó de las solapas de la chaqueta y lo enfrentó.

—Dios sabe que las dos muchachas han sido mi ruina desde que llegaron del campo.



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