Por culpa de Miss Bridgerton by Julia Quinn

Por culpa de Miss Bridgerton by Julia Quinn

autor:Julia Quinn [Quinn, Julia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-03-29T00:00:00+00:00


14

Diez minutos después, George, Andrew y Billie estaban de pie sobre el césped y observaban cómo el sirviente se acercaba lentamente, arrastrando el juego de palamallo con él.

—Me encanta jugar al palamallo —anunció Billie, frotándose las manos bajo el fresco aire vespertino—. Es una idea brillante.

—Ha sido idea tuya —señaló George.

—Por supuesto que sí —respondió ella alegremente—. Mira, aquí viene Georgiana.

George puso una mano extendida sobre su frente para hacer sombra en sus ojos y ser capaz de mirar al otro lado del césped. Por supuesto, Georgiana llegaba junto a lady Alexandra. Y, si no se equivocaba, con uno de los hermanos Berbrooke.

—Gracias, William —dijo Billie cuando el sirviente llegó con el juego.

Este asintió.

—Milady.

—Un momento —dijo Andrew—. ¿No rompimos uno de los mazos el año pasado?

—Nuestro padre ha encargado un equipo nuevo —le informó Billie.

—¿Con los mismos colores?

Billie sacudió la cabeza.

—Esta vez no hay rojo.

George se volvió para mirarla.

—¿Por qué no?

—Pues —vaciló ella, un tanto avergonzada—, porque hemos tenido muy mala suerte con el rojo. Las pelotas siempre acaban en el lago.

—¿Y crees que con un color diferente se solucionará el problema?

—No —respondió—, pero espero que el amarillo sea más fácil de ver bajo la superficie.

Un momento después, Georgiana y su pequeño grupo de jugadores llegaron a la escena. George, instintivamente, se acercó a Billie, pero lo hizo con demasiada lentitud. Lady Alexandra ya lo había agarrado de la manga.

—Lord Kennard —dijo—. Será muy divertido jugar al palamallo. Gracias por invitarme.

—Fue la señorita Georgiana, en realidad —respondió él.

Ella esbozó una sonrisa cómplice.

—Por petición suya, seguramente.

Billie parecía a punto de hacer arcadas.

—Teniente Rokesby —continuó lady Alexandra, con su mano pequeña aferrada fuertemente al brazo de George, incluso mientras hablaba con Andrew—. No tuvimos oportunidad de hablar anoche.

Andrew se inclinó con suma caballerosidad.

—¿Conoce usted a lord Northwick? —preguntó.

George intentó con desesperación mirar a su hermano.

Aquella era una conversación que ninguno de los dos quería entablar.

Por fortuna para todos, en ese momento el sirviente quitó la tapa del juego de palamallo y Billie comenzó a organizarlo todo con eficiencia.

—Muy bien —dijo, y sacó uno de los mazos—. Andrew ya le había prometido a Georgiana el mazo verde, así que, veamos: sir Berbrooke usará el azul; lady Alexandra, el rosa; yo, el amarillo; el teniente Rokesby, el púrpura; y lord Kennard, el negro.

—¿No puedo usar yo el mazo color púrpura? —preguntó lady Alexandra.

Billie la miró como si le hubiese pedido que enmendara la Carta Magna.

—Me encanta el color púrpura —dijo lady Alexandra con serenidad. Billie se puso rígida.

—Háblelo con el teniente Rokesby. A mí me da igual.

Andrew miró a Billie con curiosidad, y luego le ofreció su mazo a lady Alexandra con una reverencia galante.

—Como la señorita desee…

Lady Alexandra asintió con deferencia.

—Muy bien —dijo Billie, resoplando—. Georgiana el verde, sir Berbrooke el azul, el teniente Rokesby el rosa, yo el amarillo, lord Kennard el negro y lady Alexandra el… —dijo mirándola de lado— púrpura.

George comenzaba a darse cuenta de que Billie no sentía mucha simpatía por lady Alexandra.

—Nunca he jugado a esto —dijo sir Berbrooke.



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