Solo nosotros by Pati Ramos

Solo nosotros by Pati Ramos

autor:Pati Ramos
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2020-08-25T07:52:05+00:00


Capítulo 61

RENÉ

—¡Carolina! —Grito a todo pulmón al verla caer en el suelo y golpearse; Davis cae encima de ella y el brazo de él queda muy cerca del fuego.

¡Vamos corriendo hasta ella! Sacamos a Davis, que está encima de Carolina, y podemos darnos cuenta de que la ropa de Davis tiene sangre, ¡mucha sangre! Leo agarra a Carolina mientras yo alejo a Davis de ella. Al caer Davis, su brazo ha quedado cerca del fuego, ha golpeado una madera del piso que ha terminado parando en la fogata y ha hecho que el fuego crezca más dentro de ese ¡precario lugar! Jacob y Harry están ingresando por el otro lado, y es en este momento cuando me doy cuenta de que ellos tienen sus armas en dirección a Davis.

—¡Carolina, pequeña, háblame! —Leo intenta hacer reaccionar a Caro. Ella está con los ojos abiertos, llorando, pero no dice nada; parece estar en una especie de shock.

—¿Están todos bien? Disparé a Davis por la espalda, midiendo la distancia entre el cuerpo de Carolina y el de él, para que la bala no llegue a ella. —Jacob está explicando que es él quien disparó a Davis; eso es como si mi alma regresara a mi cuerpo, e inmediatamente me agacho para analizar el rostro y cuerpo de Carolina mientras la desamarro. Leo no deja de abrazarla y ni de hablarle diciéndole que ya está a salvo, que ya nada malo le pasaría.

Carolina no tiene herida de bala; está con golpes, sí, pero son los que ese desgraciado le ha hecho. Su frágil cuerpo está lleno de moretones; ella no responde, solo llora. Sus muñecas están lastimadas, escocidas; tiene golpes en el abdomen, en su rostro. Su labio superior está partido y hay un pequeño corte con golpe cerca del ojo; sus pies, descalzos. Cuando Leo quiere levantarla, su blusa se sube un poco y puedo notar que también tiene golpes en la parte baja de su espalda.

¡Dios! ¿Qué le ha hecho este hombre? No dejo de mirarla y siento el mismo dolor que ella, tal vez, duplicado porque no pude prevenir ¡todo esto! ¡No pude defenderla y cuidarla como debía! Tendría que haber hecho algo más para impedir que Carlos secuestrara a Carolina. ¡Tendría que haber hecho más!

Me doy la vuelta, con el arma en la mano, me dirijo hacia donde se encuentra Davis y jalo el seguro para dispararle; pero Jacob es más rápido, toma mi brazo con fuerza y hace que el disparo salga en otra dirección.

—¡No vale la pena, Becker! El impacto de la segunda bala dio cerca del corazón: él... ya no aguantará.

—¡Debemos salir de aquí! ¡Esto se caerá en cualquier momento! ¡El fuego ha alcanzado parte de la madera de esta cabaña!

—¡Harry tiene razón! Vamos, Becker, ayuda a Leonardo a sacar a Carolina de aquí. No te ensucies las manos por una basura. ¡Déjanos terminar el trabajo!

—¡Andando! Vamos, ¡salgan!

Harry y Jacob me hacen entrar en razón. Ayudo —lo más rápido posible— a Leo a sacar a Carolina de



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