Nunca by Unknown

Nunca by Unknown

autor:Unknown
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga Suspense
ISBN: 9788401027055
editor: papyrefb2tdk6czd.onion
publicado: 2021-11-15T00:00:00+00:00


Esa noche de domingo, Pauline cenó en la Residencia con Gerry y Pippa contemplando las calles iluminadas de Washington, mientras en Pekín y Pionyang la gente empezaba a levantarse en una oscura mañana de lunes invernal.

El cocinero de la Residencia había preparado ternera al curri, el nuevo plato favorito de Pippa. Pauline solo se tomó el arroz y la ensalada. La comida no es que la entusiasmara demasiado, ni la bebida. Pusieran lo que le pusiesen delante, ella comía y bebía un poco.

—¿Cómo va todo con la señora Judd? —le preguntó a su hija.

—La vieja Judders ya ha dejado de incordiarme, por suerte.

Si Pippa había dejado de atraer la atención de la directora, igual era porque se comportaba mejor en clase. Lo mismo ocurría en casa: ya no se peleaban tanto. Pauline pensaba que su comportamiento había mejorado a raíz de la amenaza de ser escolarizada en casa. Por muy rebelde que se estuviera volviendo, la escuela era el centro de su vida social. La charla de Pauline sobre contratar a un tutor había servido para bajarle un poco los humos.

—Amelia Judd no es vieja —intervino Gerry, enfadado—, y tampoco se apellida Judders. Tiene cuarenta años y es una mujer muy capaz y competente.

Pauline lo miró con un leve gesto de sorpresa. Gerry no solía regañar a Pippa y le pareció raro que lo hiciera para defender a la directora. Se le pasó por la cabeza que tal vez «Amelia» le hiciera un poco de tilín. Tampoco sería tan extraño. La señora Judd era una mujer con autoridad en un puesto de liderazgo, como Pauline pero con diez años menos. «Una edición más reciente del mismo libro», pensó con cierto cinismo.

—No te gustaría tanto la Judders si te estuviera mangoneando todo el día —protestó Pippa.

Se oyó un pequeño toque en la puerta y Sandip entró en la sala. No era habitual que los miembros del personal irrumpieran en las comidas familiares en la Residencia; de hecho, estaba prohibido salvo en casos de emergencia.

—¿Qué ocurre? —preguntó Pauline.

—Siento mucho interrumpir, señora presidenta, pero hace unos minutos han ocurrido dos cosas. La CBS ha anunciado una larga entrevista en directo con James Moore, a las siete y media.

Pauline se miró el reloj. Pasaban unos minutos de las siete.

—Nunca ha concedido una entrevista para la televisión —añadió Sandip.

—Como he señalado yo esta mañana.

—Es una primicia de la CBS, por eso se están dando tanta prisa.

—¿Crees que se ha picado porque le he llamado «Jim el Miedoso»?

—Seguro. Muchos periodistas han utilizado esas palabras en sus informaciones sobre la rueda de prensa. Ha sido muy inteligente por su parte, señora presidenta. Ahora Moore se ve obligado a demostrar que está equivocada, y por eso tiene que asomar la patita.

—Bien.

—Probablemente quedará en evidencia en la CBS. Lo único que tienen que hacer es poner a un entrevistador con cerebro.

Pauline no estaba tan segura.

—Puede que nos sorprenda. Es un tipo muy escurridizo. Tratar de acorralarlo es tan difícil como agarrar un pez con la mano.

Sandip asintió.

—En política, lo único seguro es que nada es seguro.



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