Intimidad by Osho

Intimidad by Osho

autor:Osho [Osho]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Autoayuda, Espiritualidad, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2001-01-01T00:00:00+00:00


¿Por qué no puedes relajarte? Por haber reprimido tantas cosas. Tienes miedo de que, si te relajas, vuelvan a aparecer.

¡Qué sorpresa! Corría muy deprisa, pero la sombra no tenía dificultades para seguirle, sin siquiera sudar, sin jadear. La sombra no tenía ninguna dificultad porque una sombra no es sólida, no es nadie. El hombre sudaba y respiraba con dificultad, pero la sombra siempre iba a su lado. La sombra no puede dejarte así: ni luchando ni huyendo. ¿Adónde irás? Vayas a donde vayas, llevarás tu persona y tu sombra.

Atribuyó el fracaso a no correr suficientemente deprisa. De modo que corrió más y más rápido, sin parar, hasta que cayó muerto.

Hay que comprender la lógica de la mente. Si no la comprendes serás su víctima. La mente tiene una lógica viciada, es un círculo vicioso. Ese hombre es totalmente lógico; no se puede encontrar ningún error en su lógica, ningún fallo. Es un lógico tan perfecto como Aristóteles. Dice que si la sombra le sigue, se debe a que no corre lo suficientemente deprisa. Si corre cada vez más deprisa, llegará un momento en el que la sombra no pueda alcanzarle. Pero la sombra es la suya, y no es nadie. No es que nadie le siga: en ese caso, su lógica sería correcta.

Este hombre tendría razón si le siguiera alguien. Entonces tendría toda la razón del mundo: no corre lo suficientemente rápido y por eso el otro puede seguirle. Pero se equivoca, porque no hay nadie más. La mente resulta inútil.

La mente para los demás, la meditación para ti. La mente para los demás, para ti la no mente: en eso insisten Chuang Tzu, el zen, los sufíes, los hasids, todos aquellos que saben y todos los que han sabido: Buda, Jesús, Mahoma. Lo fundamental es que puedes usar la mente para los demás, y la no mente para ti.

Ese hombre tuvo problemas porque usó la mente para sí mismo, y la mente sigue sus propias pautas. La mente le decía: «¡Más deprisa, más deprisa! Si corres lo suficientemente rápido, la sombra no podrá seguirte».

Atribuyó el fracaso a no correr lo suficientemente deprisa.



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