Sinceramente by Cristina Fernández de Kirchner

Sinceramente by Cristina Fernández de Kirchner

autor:Cristina Fernández de Kirchner [Fernández de Kirchner, Cristina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Memorias, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2019-04-21T16:00:00+00:00


7

Cuando Jorge era Bergoglio

y después fue Francisco

* * *

«Georgium Marium Bergoglio», el televisor me devolvía la imagen y la voz temblorosa de un cardenal que asomaba, bamboleante, en el mítico balcón del palacio Vaticano, sosteniendo en sus manos lo que me pareció un enorme libraco y anunciando el nombre del nuevo pontífice, tras la renuncia del alemán Ratzinger. ¿Qué tal, Cristina? ¡Habemus Papam… y es argentino… y es Bergoglio! Toma mate con chocolate, pensé. Aquel 13 de marzo de 2013, día de la elección papal, estaba en el piso de arriba de la Quinta de Olivos con Maru, mi peluquera. Me estaba peinando para ir a un acto en Tecnópolis. Serían las dos o tres de la tarde, no recuerdo con precisión, pero sí sé que fue después de almorzar. Maru estaba con su secador y su cepillo mientras yo seguía por televisión lo que estaba pasando en el Vaticano. Precisamente, había elegido estar en el living y no en el lugar donde siempre me peinaba, porque no quería perderme la fumata blanca de la Capilla Sixtina y el anuncio posterior. Y no me lo perdí Apareció en la pantalla un cura muy viejito —parecía muy frágil, a punto de caerse— y empezó a hablar desde el balcón Era el vocero del cónclave de cardenales. Escuché que dijo— «Georgium». Si bien en ese momento no entendí, porque hablaba en latín, recuerdo como si fuera hoy cuando pronunció el nombre entero: «Georgium Marium Bergoglio». Maru se quedó inmóvil, como una estatua, con el secador y el cepillo en la mano, y mirándome me pregunta: «¿Dijo Bergoglio?». «Sí, querida, dijo Bergoglio», le confirmé. Entonces, llamé a Mariano, mi secretario, y repetí como si quisiera confirmarlo una vez más: «El vocero vaticano dijo Bergoglio». «Traé la computadora y llámalo inmediatamente a Olivieri, que tenemos que ser los primeros en saludar al nuevo papa». Guillermo Olivieri era nuestro secretario de Culto. Le pedí que preparara un modelo de nota para mandar las felicitaciones a Roma. «Prepará todo porque vamos a ir a la consagración», le dije. Elaboró un modelo de nota, muy formal para mi gusto, que corregí personalmente y le envié una salutación, que de alguna manera reflejaba el saludo de la presidenta de su país. Inmediatamente comenzamos a preparar el viaje a Roma.

Aquellos días, muchos habitantes de Barrio Norte y Recoleta, los barrios más ricos de la ciudad de Buenos Aires, colgaron banderas vaticanas amarillas y blancas de los balcones, para festejar la elección de Bergoglio. Estoy segura que, en el primer momento, creyeron haber encontrado un nuevo líder para luchar contra «la yegua». Es más, hubo algunas horas durante las cuales los medios opositores —Clarín Nación— festejaron. El 13 de marzo, Clarín tituló: «La áspera relación de los Kirchner con Bergoglio», atribuían a Méstor un vínculo complicado con él y sostenían que conmigo estaba enfrentado, especialmente a partir de haber promovido la Ley de Matrimonio Igualitario. Es más, el día después de la asunción del papa, La Nación tituló: «Bergoglio y



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