Semmelweis by Louis-Ferdinand Céline

Semmelweis by Louis-Ferdinand Céline

autor:Louis-Ferdinand Céline [Céline, Louis-Ferdinand]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Memorias, Ciencias Naturales
editor: ePubLibre
publicado: 1952-01-01T00:00:00+00:00


9

Por muy esperado que fuese, el incidente provocó gran emoción en los círculos médicos e, incluso, en la Corte, de donde llegaron órdenes de que se procediese a una información sobre las circunstancias de la destitución de Semmelweis. A causa de las funciones de su cargo de médico-jefe del hospital general, Skoda debió, aunque tratase de eludirlo, refrendar en una cierta medida la destitución de su discípulo. No es que abandonase a Semmelweis frente a sus enemigos, sino que conocía demasiado bien la influencia de Klin en la Corte para, con una actitud categórica, arriesgarse a perder para siempre a su protegido, al mismo tiempo que su propio crédito. Por otra parte, Skoda sabía tocar adecuadamente las innumerables cuerdas de muchos instrumentos. Recordó, entre otras, haber sido durante algún tiempo médico de cabecera de la familia imperial y, cuando Klin fue razonablemente apaciguado, Skoda puso en movimiento todos sus recursos en la Corte para que se devolviese a Semmelweis la plaza que había perdido.

El mundo de los cortesanos apenas tiene otra razón de ser que la protección de todas las intrigas, de todas las causas buenas o malas, que siempre encuentran fácil curso en este ambiente. Como fue el caso para Semmelweis, protegido por Skoda. Únicamente que ¿no es cierto que sólo a favor de los ausentes se conspira con éxito? Se alejó, pues, al impetuoso Felipe, mediante un viaje de alguna duración. A la hora de elegir lugar, resultó que Venecia estaba de moda. Musset había regresado, llorando sus aventuras, con los complacidos aplausos del Parnaso.

«El hombre es un aprendiz, el Dolor es su maestro», cantaba su dolorosa musa.

En la Europa romántica y cultivada de entonces, sollozar con los tonos de esta desmayada lira constituía una patente de alma sensible.

Cualquier artista hubiera dado su vida, y aun mucho más, por vivir las nebulosas noches del Lido, sobre una litera de sentimientos superfluos y deshojadas rosas…

Semmelweis, todavía vacilante por tan rudo golpe, fue fácilmente alistado entre esos sentimentales peregrinos. Recordaron a tiempo su gusto por la música, por las canciones, incluso por el suave Apolo de La vida de las plantas, al que tenía un poco olvidado.

Markusovsky, su amigo de siempre y médico en su mismo hospital, le acompaña a petición de Skoda. Y una mañana de primavera parten para el largo viaje.

¡En camino a la ciudad lacustre de las barcarolas y los suspiros! ¡Adiós, tristezas!

El viaje duró seis días.

Tuvieron que dar un rodeo por Trieste, ya que el camino de los Alpes estaba aún cerrado por la nieve… La provincia de Udine, dorada por completo… Se detienen un día en Treviso… ¡Venecia! Semmelweis olvida sus sufrimientos, sus disgustos.

Una naturaleza tan extraordinariamente buena, tan enteramente generosa, puede olvidarlo todo, salvo su propio corazón. En Venecia late al mismo ritmo desmesurado que en Viena, con un entusiasmo de otra especie. Se lanza a las bellezas de Venecia y se entrega a ellas con igual ardor que le había impulsado a golpearse contra las miserias del pabellón de Klin.

Apenas ha llegado y ya quiere verlo todo al instante, oírlo todo, conocer todo.



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