Nada by Janne Teller

Nada by Janne Teller

autor:Janne Teller [Teller, Janne]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Drama, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2000-01-01T05:00:00+00:00


XIV

Jesús clavado en la cruz no sólo era el Todopoderoso del piadoso Kai, era también lo más sagrado de la iglesia de Tæring, y la iglesia de Tæring era básicamente lo más sagrado de la ciudad. Por lo tanto Jesús clavado en la cruz era lo más sagrado que podíamos imaginar, en caso de que creyéramos en esas cosas. Y quizá lo fuera aunque no lo creyéramos.

Jesús clavado en la cruz era una figura colgada en la pared justo detrás del altar que infundía temor en los niños y conmovía a los adultos, con su corona de espinas y las gotas de sangre transformadas en nobles regueros bajando por su cara sagrada, retorcida de dolor y divinidad, y esos clavos atravesándole manos y pies, clavados en la cruz hecha de madera de rosal y muy hermosa según las palabras del cura. Incluso yo, que insistía en que Jesús Nuestro Señor no existía y por tanto no significaba nada, sabía que Jesús clavado en la cruz tenía un enorme significado. Sobre todo para el piadoso Kai.

Necesitaría ayuda.

La ayuda es tuya. La ayuda es nuestra. La ayuda somos nosotros.

Una vez más traje las cartas a la serrería, esta vez la baraja con payasos en el reverso. Y volvimos a echarlo a suertes.

Fueron Rikke-Ursula, Jan-Johan, Richard y Maiken los que sacaron las cartas más altas y los que ayudarían al piadoso Kai, aunque él se aferraba a que eso él ni podía ni debía hacerlo. Se ablandó un poco cuando Jan-Johan dijo que, conociendo él también el código del candado, podría ir a la serrería a rezar a su Jesús clavado en la cruz cuando le apeteciera. Y que por supuesto lo devolveríamos a la iglesia tan pronto como el tema estuviera resuelto.

Yo no estuve allí, pero Rikke-Ursula sin sus seis trenzas me contó el lunes por la mañana, durante la hora de música, que no todo había ido lo bien que habían imaginado.

El piadoso Kai se escondió en la iglesia, tal y como se acordó, tras la última misa del domingo. Y cuando la iglesia estuvo en silencio y no quedó ni un alma, Rikke-Ursula, Jan-Johan, Richard y Maiken llegaron y propinaron tres golpes flojos y tres fuertes en la puerta, y el piadoso Kai les abrió. Pero a partir de entonces todo se torció.

Primero el piadoso Kai se echó a llorar.

Fue cuando los demás se encaramaron al reclinatorio y rodearon el altar mientras él sollozaba y suplicaba, con auténtico desespero, que le dejaran quedarse en el otro lado, apartado del Cristo. Maiken tuvo que permanecer a su lado para que no se escapara. Y no sirvió de nada que ella le contara repetidas veces que nunca había visto a Jesús Nuestro Señor con su telescopio, a pesar de que lo había buscado mucho, y eso que valía para todos los astrónomos del mundo. El piadoso Kai se tapaba los oídos y chillaba tan fuerte que era imposible que la oyera, así que al final ella se calló. Y también porque temía que sus chillidos pudieran ser oídos desde fuera.



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