Seductora inocencia by Gaelen Foley

Seductora inocencia by Gaelen Foley

autor:Gaelen Foley [Foley, Gaelen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2000-11-28T00:00:00+00:00


11

Poco después Hawk esperaba impacientemente mientras Knowles, su valet, daba los últimos retoques a su pañuelo. Estuvo luchando con su conciencia durante todo el rato, preguntándose por qué no pagar el resto de la deuda de Alfred Hamilton y sacar al viejo loco de la cárcel. Cuanto más se interesaba por Belinda, más quería ayudarla de todas las formas posibles.

Por un lado sabía que si liquidaba las deudas de su padre se ganaría la simpatía de ella indefinidamente, pero dicha perspectiva con llevaba serios riesgos. Bel había firmado el acuerdo prometiendo prestar ayuda, pero ¿cómo podía asegurarse Robert de que no lo abandonaría y renunciaría al plan de atrapar a Dolph en cuanto tu viera suficiente dinero para liberar a su padre? ¿Era conveniente hacer un gesto que demostrara abiertamente lo atraído que se sentía por ella? Además, tenía miedo de que, al pagar las deudas de su padre, sentase un peligroso precedente y ella acabase recurriendo a Hawkscliffe y sus millones cada vez que se viese en un aprieto.

En último lugar, y tal vez lo más serio, si el viejo Hamilton se enteraba de cuál era la verdadera profesión de su hija, puede que entrase en razón y desempeñase el papel del padre ultrajado, y la se parase de Hawk. Al reparar en ello descartó violentamente la idea de sacar a Alfred de la cárcel. Nadie iba a apartarla de él.

—Muy bien, excelencia —dijo su valet, tras dar el último retoque al nudo de seda blanca, y a continuación añadió con picardía—: Algo así debería llamar la atención de ella.

Hawk lo miró arqueando una ceja.

Knowles ocultó su diversión de forma educada e hizo una reverencia.

—Que pase una espléndida velada, señor.

—Gracias, Knowles. Estoy bastante elegante, ¿verdad? —añadió con una amplia sonrisa, y abandonó sus aposentos con paso resuelto y bajó a esperar a Belinda. Mientras descendía por la curva brillante que formaba la escalera, escuchó un sonido muy extraño, un sonido que conocía perfectamente pero que no oía desde hacía décadas: la risa de unos niños. En realidad tenía un tono peculiar de travesura. ¿Qué diablos sería?

En cuanto divisó la entrada de mármol se detuvo y entornó los ojos, asegurándose de que no lo engañaba la vista. Allí, bajo la araña de luces, había dos niños inspeccionando la antigua armadura que Enrique VIII había ofrecido a un antepasado suyo. Tironeaban de las joyas y deslizaban los dedos mugrientos a lo largo de la hoja roma de la brillante espada.

—Uau…

—¡Fíjate, podría matar a alguien!

—Ejem —dijo Hawk.

Los dos niños soltaron un chillido, se dieron la vuelta de repente y chocaron entre ellos, mientras Hawk bajaba el resto de los escalones con la cabeza en alto y las manos a la espalda, observándolos con desagrado. Pensó que lo más probable era que fueran amigos de uno de sus sirvientes.

—Por favor, caballeros, eso no se debe tocar. Es muy antiguo. ¿Qué estáis haciendo fuera de las dependencias del servicio?

Ellos no respondieron y se quedaron mirándolo sobrecogidos. Cuando él se les acercó, abrieron los ojos como platos.



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