El secreto de Gray by Barbara Hannay

El secreto de Gray by Barbara Hannay

autor:Barbara Hannay
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2011-08-31T22:00:00+00:00


Fue sumamente divertido, trabajar duro hasta casi medianoche para dejar cada franja del arcoíris en su lugar. Holly disfrutó de cada segundo.

Mientras secaba el tapa poros, Gray preparó un té. Guardaba leche y azúcar en una nevera antigua, e incluso un paquete de galletas.

Se sentaron en destartalados taburetes en mitad de la nave, bebiendo té caliente y dulce y comiéndose las galletas.

Holly sonrió con la boca llena mientras agarraba otra galleta.

—Qué alegría ver a una mujer con apetito —señaló Gray, tomando él también otra galleta—. Chelsea siempre cuidaba mucho lo que comía.

—Todas las bailarinas hacen dieta. Tienen una voluntad de hierro —apuntó ella.

—Están obsesionadas —recalcó él, tenso.

Holly decidió no seguir con el tema. Después de todo, había ido allí en son de paz. Sonrió.

—Janet y Ted se han pasado toda la semana alabando tus cualidades.

Gray clavó la mirada en el suelo y se encogió de hombros.

—No son objetivos.

—Tal vez, pero tampoco son fáciles de engañar. Me han dicho que eres un ganadero brillante, respetado y admirado por tus compañeros de la industria. Ted dice que, cuando te hiciste cargo de esto hace diez años, aumentaste considerablemente el número de cabezas y diversificaste las razas. Y que fuiste pionero de la gestión de la tierra y del agua.

Gray miraba fijamente su taza.

—Así dicho, puede parecer grandilocuente, pero cuando estoy por ahí fuera, conduciendo, escucho muchos programas de radio sobre agricultura. Es una buena manera de aprender.

—Según Ted, almacenas toda esa información en tu brillante memoria y luego la pones en práctica —añadió Holly, y sonrió—. También dice que eres fabuloso con las cuentas. Te llama la calculadora humana.

—Ese hombre habla demasiado —lamentó él, y la desafió con la mirada—. ¿Por qué intentas halagarme?

—No lo hago, sólo te doy un refuerzo positivo. Échale la culpa a mi formación de profesora.

Él sonrió y sacudió la cabeza.

—¿No deberíamos estar pensando en cómo vamos a pintar el arcoíris en estas paredes?

Decidieron que empezarían por el naranja justo debajo del tejado rojo, y continuarían hacia abajo con azul y púrpura, para terminar con verde en la base.

Cuando se secó el tapa poros, se pusieron a ello. Tras algunos intentos, acordaron que él sujetaría el cartón protector y ella usaría los espráis.

Mientras trabajaban, hablaron de temas neutros, sobre todo de los mellizos y su primera semana de colegio.

Holly disfrutó enormemente de la actividad, cosa que le sorprendió, teniendo en cuenta que hacía tiempo había querido compartir algo así con Brandon. Había sido tan tonta como para imaginar que Brandon y ella pintarían la habitación de su primer bebé, y hasta había elegido los colores.

Qué extraño que aquel teatro de marionetas le inspirara casi tanto como su viejo sueño.



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