Quid pro quo by Jessica Galera Andreu

Quid pro quo by Jessica Galera Andreu

autor:Jessica Galera Andreu
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
publicado: 2015-11-27T23:00:00+00:00


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Abro los ojos de repente, acuciada por una pesadilla. Estoy empapada en sudor y mi respiración aún tarda un rato más en acompasarse. Instintivamente, me llevo la mano a la herida y reparo entonces en que ya es de noche. Me incorporo y camino hasta la ventana para comprobar que el coche de Alex sigue aparcado abajo. Hoy ha debido quedarse a pesar de los problemas que tiene en su casa. Me dirijo hacia la puerta y me detengo ante el tenso silencio que se escucha. Estoy inquieta y no sé si el mal sueño que acabo de tener pueda ser el culpable o... no sé de qué me extraño, pues en la situación en la que me encuentro, lo raro sería que pudiera dormir plácidamente.

Mañana sólo restarán dos días para que Jadorf devuelva a Evyan al mundo en el que Deos está y nos lleve a los demás con él, dos días que se me harán eternos. Tengo la sensación de no estar haciendo nada a pesar de las urgencias que exige lo que está ocurriendo pero ¿qué puedo hacer? Los ángeles son ahora humanos, igual que la propia Evyan e igual que yo misma.

Desciendo a través de las escaleras y llego al salón, donde no hay nadie. El fuego en la chimenea se está apagando, así que camino hasta allí y lo azuzo con el atizador para reavivar un poco la llama, frente a la que coloco las palmas de mis manos.

Hace más frío que antes y no tardo en reparar en la razón que lo propicia: la puerta que conduce al pequeño jardín está abierta. Me dirijo hacia allí y observo el entorno. Cojo mi chaqueta, que está sobre el sofá y salgo, no pudiendo reprimir un escalofrío ante el brusco cambio de temperatura. Siento frío en la cara y me doy cuenta de que está empezando a llover, apenas unas gotas. Nada más salir, me encuentro con Alex, empuñando una espada y entrenando. Supongo que la presencia de Antón lo ayudaría mucho en esa labor pero el otro sacra es reticente a quedarse, más ahora que Evyan está aquí y ellos parecen no llevarse especialmente bien. Me sorprende saber que no todos los ángeles sienten tanta simpatía hacia los errantes, como Deos y no puedo evitar darle vueltas a lo que Antón dijo: que Deos renunció a ser el dux por las tabernas y las mujerzuelas que pueblan Abismo. No puede ser así, Deos no es así. Aunque... estuvo enredado con Evyan, ¿no? Algo que parece inimaginable para Alex. Deos me dijo que había mil cosas de su vida que yo no conocía y debo admitirme que empiezo a temerlas a todas y cada una de ellas. Despierto del ensimismamiento en el que me he sumido al escuchar el cruce de dos aceros. Cuando alzo la mirada me encuentro con Evyan frente a Alex; no sé de dónde ha salido, si ha venido detrás de mí o si ya estaba aquí. Lo que parece claro es



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