El fin de la historia by Sarah Dessen

El fin de la historia by Sarah Dessen

autor:Sarah Dessen
La lengua: spa
Format: epub
editor: HarperCollins Ibérica S.A.
publicado: 2020-01-31T00:00:00+00:00


CATORCE

Las cosas suceden muy deprisa cuando decides sentarte al volante. O quizá solo lo parezca.

—Muy bien. Ahora límpialo con esos periódicos. Frota en círculos.

Gordon hizo lo que le indicaba; su delgado bracito se movía sobre el espejo mientras Trinity, tumbada en la cama con los pies en alto, la miraba.

—¿Así?

—Sí —respondí mientras pasaba tras ella con la papelera del cuarto de baño para vaciarla en la bolsa de basura que había dejado a la puerta—. Procura arrastrar todo el polvo hacia los bordes y luego retirarlo. Así se lo quitas del todo.

—Mírate —dijo Trinity al tiempo que pasaba una página de la revista que estaba leyendo—. Pareces una experta.

—He tenido una buena maestra —dije.

—Por favor… —rezongó Bailey desde el cuarto de baño, donde estaba fregando la ducha—. Deja de adularla. Bastantes aires de princesa se da ya.

—Estoy embarazada —indicó Trinity sin necesidad. Cuando estaba bocarriba, su vientre era como una montaña e impedía verle la cara desde los pies de la cama.

—Y yo trabajo en dos sitios y estamos explotando a Gordon —replicó su hermana—. Así que todos sufrimos, no solo tú.

Tenía razón. No tanto sobre el sufrimiento, pero sí en lo de las manos adicionales. La mañana siguiente al que ya era oficialmente el primer Baile de Lago Norte, Trinity se había despertado con una pequeña pérdida que provocó un viaje angustiado a urgencias. No estaba de parto, pero le dijeron que tenía que guardar reposo. Eso nos dejó a Mimi y a mí solas para limpiar las habitaciones, así que Bailey venía por las tardes después de terminar su turno en el Varadero, además de los días libres, con Gus y Jack ayudando en lo que podían. Cuando Gordon empezó con una infección de garganta y no pudo ir al campamento, también fue reclutada. De alguna manera logramos cubrir la limpieza a fondo y el mantenimiento, aunque, con dos principiantes y una veterana superreacia, no sé muy bien cómo lo conseguimos.

Lo cierto era que todo había sido un caos desde aquella mañana, y no solo por el reposo y el nuevo equipo de trabajo. También estaba el asunto del regreso de mi padre y Tracy de Grecia aquella misma tarde. El plan inicial era que se fuesen a casa de mi abuela Dolores, que acababa de regresar de su viaje, y después viniesen a buscarme para que todos pudiéramos irnos a nuestra nueva casa. Pero la «sencilla» reforma del piso de mi abuela se había topado con un problema imprevisto sobre el permiso de obras. Como en nuestra nueva casa también había que arreglar algunas cosas antes de conseguir el visto bueno, en aquel momento yo era la única que tenía un lugar estable donde quedarme.

—A ver, podemos irnos a un hotel —había dicho mi padre el día anterior cuando me llamó desde Atenas, ya a punto de embarcar en el avión—. Pero tu abuela…

No terminó la frase, tampoco hacía falta. La abuela Dolores estaba acostumbrada a cierto nivel de confort. Lo único que quería era volver a su casa recién reformada, pero ahora ni siquiera podía hacerlo.



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