Porque eres mia by Beth Kery

Porque eres mia by Beth Kery

autor:Beth Kery [Kery, Beth]
La lengua: eng
Format: epub
ISBN: 9781101626214
editor: Penguin Publishing Group
publicado: 2013-06-04T00:00:00+00:00


Capítulo diez

Ian permaneció en silencio mientras regresaban en medio de la lluvia y Francesca se sentía demasiado excitada como para iniciar una conversación. Era como si le hubiera sucedido algo en el auto que no lograra entender. Una especie de tensión densa y sin nombre parecía llenar el aire entre ellos. Podría pensar que todo se debía a la baja presión de la tormenta, pero ella sabía que no era así.

La verdadera causa era Ian.

Cuando llegaron al hotel y cruzaron la marquesina de la entrada, un mozo joven y enérgico saludó a Ian por su nombre, y él le dio algunas instrucciones en inglés para que devolviera el vehículo a la agencia de alquiler, entregándole las llaves, junto con un fajo de billetes.

—Gracias, señor Noble —dijo efusivamente el joven en señal de agradecimiento con un fuerte acento—. No se preocupe; el auto será devuelto con mucha rapidez. Me encargaré de ello.

—No tienes que preocuparte. El auto será devuelto con mucha rapidez —dijo Ian distraídamente mientras tomaba a Francesca de la mano.

—Sí, como usted lo ha dicho. No se preocupe. El auto será devuelto con mucha rapidez —repitió el joven en voz alta y luego varias veces en voz baja.

—¡No lo pienses más, Gene! —dijo Ian con una pequeña sonrisa. La breve conversación con el mozo pareció mejorar un poco su estado de ánimo. Ian vio las cejas levantadas y la expresión curiosa de Francesca cuando subieron al ascensor—. Le dije a Gene que le daría una oportunidad en una de mis compañías si aprende inglés. Tiene un tío y una tía en Chicago, y un gran sueño americano.

Ella sonrió mientras salían del ascensor.

—¡Cuidado, Ian!

Él la miró de reojo mientras abría la puerta de la suite.

—Estás mostrando tus puntos débiles.

—¿Eso crees? —preguntó él despreocupadamente mientras sostenía la puerta abierta para que ella entrara—. Creo que estoy siendo muy práctico. He observado de primera mano lo buen trabajador que es Gene; se apresura a complacerme mientras que muchos otros evaden sus responsabilidades.

—Y, obviamente, prefieres a los que están más dispuestos a complacerte.

—Sí —dijo él, ignorando el sarcasmo en la voz de Francesca. Luego se dio vuelta para mirarla—. ¿Estás teniendo problemas con eso, Francesca?

—¿Con qué? —preguntó ella confundida.

—Con la celebración de un acuerdo en el que el objetivo principal sea complacerme.

—Lo hago para complacerme a mí misma —dijo ella, levantando la barbilla.

Él la miró a la cara con aire divertido.

—Sí —murmuró, tocándole suavemente la mandíbula con sus dedos. Ella se estremeció—. Y eso es lo que te hace tan especial; que te agrade complacerme.

Ella frunció el ceño. Ian había dicho algo que estaba relacionado con ese tema incómodo de la dominación y la sumisión.

Él sonrió y dejó caer la mano.

—Preferiría que no te debatieras tanto con los conceptos básicos, preciosa. No hay nada vergonzoso en tu naturaleza. De hecho, me parece que eres exquisita. Realmente no sabes por qué tenía que tenerte a toda costa, ¿verdad? Hay una cualidad en ti que sólo un hombre como yo puede ver…—Ian dejó de hablar cuando advirtió el desconcierto en su rostro, y exhaló con fuerza—.



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