Pocos son los elegidos perros del mal by Eusebio Ruvalcaba

autor:Eusebio Ruvalcaba
La lengua: spa
Format: epub
editor: Editorial Cõ
publicado: 2021-02-27T15:20:56+00:00

—Voy a hacer una parada técnica y ahorita regreso —dijo ella, con un gesto de gozo y de fastidio simultáneos.

—No me iré —recalcó él, y le dio un buen trago a su bebida.

Paseó su mirada alrededor y todo le pareció promisorio. No había más que delectación, y nada ni nadie podría sacarlo de ese estado. Sentía que una placentera sensación lo recorría de arriba abajo, y que todo su ser se encontraba dispuesto a dejarse abrazar por el canto de las sirenas.

Pronto la vio venir. Venía aún más linda, más fresca, más hermosa. Se puso de pie, le aproximó la silla y él mismo fue al baño enseguida.

Apenas entró, se miró al espejo, sonrió desparpajadamente, se arrodilló ante el excusado y untó su lengua en el protector de la taza del baño, donde ella había colocado sus nalgas. Aspiró con toda la fuerza de que era capaz y volvió a lamer. Olía riquísimo y sabía delicioso. No se sintió defraudado. Pese a que ella le había jalado a la cadena, el depósito conservaba una suerte de vaho, de vapor hediondo fácilmente perceptible. Metió la cabeza en el excusado y olió hasta saturar sus fosas nasales. Exactamente correspondía al olor que se había imaginado, aunque un poco agridulce —¿sería por el whisky sour?—. Hizo el ritual una última vez, pero ahora metió las manos en el agua de la taza y se empapó la cara. De inmediato se puso de pie, y con las mismas manos mojadas se sacó el pene y se masturbó. Sintió sobrevenir el orgasmo. Apuntó y el chorro fue a dar a la taza. El chasquido repercutió en el agua. No había pasado ni un par de minutos. Ah, qué deleite. Suspiró. Por él, se quedaría ahí el resto de la noche, pero la chica lo estaba esperando. Le convenía, quizá se pararía al baño una vez más.

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