Malone muere (trad. Matías Battistón) by Samuel Beckett

Malone muere (trad. Matías Battistón) by Samuel Beckett

autor:Samuel Beckett [Beckett, Samuel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 1951-12-12T00:00:00+00:00


Otro ejemplo.

Nos lleva un gran amor

Directo a Glasnevin[1]

De la mano a la fosa

Es la hora más hermosa

Pienso yo, y tú también

Qué bien

Tú también.

Tuvo tiempo de hacer diez o doce de la misma calidad más o menos, caracterizados sin excepción por la importancia acordada al amor considerado como una especie de aglutinante mortal, idea que uno encuentra con frecuencia en los textos místicos. Y es extraordinario que Macmann haya podido alcanzar, en tan poco tiempo y después de comienzos más bien dificultosos, una concepción tan enaltecida. Y uno se queda pensando de qué habría sido capaz si hubiera conocido la verdadera sexualidad a una edad menos avanzada.

Me perdí. Ni una palabra.

Comienzos dificultosos en efecto, en los que Moll le inspiraba un franco rechazo. Sus labios en particular le daban espanto, los mismos casi que algunos meses más tarde él chuparía gruñendo de placer, hasta tal punto que de solo verlos no solo cerraba los ojos, sino que además se los tapaba con las manos, por las dudas. Fue ella entonces la que en esa época se deslomó prodigando incansables ardores, lo que puede servir para explicar por qué, a lo último, ella pareció flaquear y necesitar a su vez que la estimularan. A menos que haya sido simplemente una cuestión de salud. Lo que no excluye tampoco la hipótesis de que Moll, creyendo a partir de cierto punto haberse equivocado con Macmann, quien a fin de cuentas no sería el que ella había pensado que era, haya querido poner término a su relación, pero con sutileza, para no alarmarlo. Lamentablemente, aquí la idea no es hablar de Moll, que después de todo no es más que una mujer, sino de Macmann, ni tampoco del final de su vínculo, sino más bien del comienzo. En cuanto al breve período de plenitud entre esos dos largos extremos, donde entre el ardor creciente de uno y el ya ligeramente menguante del otro se estableció una igualdad fugaz de temperatura, no se hablará de eso tampoco. Porque se necesita tener para no haber tenido y para no tener más, nada nos obliga a extendernos al respecto. Pero mejor dejemos que los hechos hablen por sí mismos. Este es más o menos el tono. Ejemplo. Un día, cuando Macmann se estaba empezando a acostumbrar a ser amado, sin por eso responder aún como lo haría más tarde, alejó la cara de Moll de la suya so pretexto de querer examinar sus aros. Pero como ella se disponía a volver a la carga, él la detuvo de nuevo, preguntándole de improviso, ¿Por qué dos Jesús?, con aire de creer que con uno bastaba y sobraba. A lo que ella dio una respuesta absurda, ¿Por qué dos orejas? Pero se hizo perdonar un instante después, cuando dijo, con una sonrisa (ella sonreía por nada), Además, son los ladrones, Jesús está en la boca. Entonces bajó la mandíbula, estiró su grueso labio inferior, sosteniéndolo entre el pulgar y el índice, hacia la barbilla y reveló lo único que rompía



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