Maggie Ve La Luz by Marian Keyes

Maggie Ve La Luz by Marian Keyes

autor:Marian Keyes
La lengua: es
Format: mobi
ISBN: 9788497930833
publicado: 2009-02-15T06:59:12+00:00


Capítulo 23

Una vez en el jeep, desvié la cara hacia la ventanilla porque no podía soportar mirarle y no tocarle. Él conducía en silencio, demasiado deprisa. Cuando quedamos atrapados en un semáforo en rojo, cometí el error de mirarle y al instante tuve su boca pegada a la mía.

Hasta ese momento no supe qué clase de beso esperar porque su boca era dura pero él era dulce. Sin embargo, me sorprendió la calidad del beso. Lo que me hizo pensar que era un experto besando no era solo mi falta de práctica. Besaba de forma juguetona, seductora y un poco lasciva.

Nos besamos a lo largo de tres cambios de luces. En aquel momento yo no era consciente, pero después comprendí el origen del fragor que había creído oír vagamente. Los bocinazos iracundos debieron de producirse cuando el semáforo se puso en verde y no nos movimos. La aceleración de motores significaba probablemente que nos estaban adelantando. El segundo estallido de bocinazos debió de producirse cuando el siguiente grupo frenó detrás de nosotros mientras estábamos en rojo y el semáforo volvió a cambiar.

No sé cómo pero volvimos a movernos, esta vez aún más deprisa, después aparcamos en una calle atestada de basura, Troy abrió una puerta de metal cubierta de pintadas y subimos por una escalera de cemento. Su apartamento era pequeño y estaba desordenado, lleno de libros y montones de manuscritos, luego nos tumbamos en su cama, frente a frente.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —murmuró mientras acariciaba la raya de mi pelo con el pulgar, haciende que me estremeciera.

Toda mi vida he sido prudente y he postergado los acontecimientos hasta tener la certeza de que hacía lo debido. Ahora, sin embargo, la impaciencia me devoraba.

—Sí.

—Acabas de romper con tu marido...

No estaba interesada en jugar al escondite, en contenerme, en esperar a volverle loco. Quería esto y lo quería ya.

—Han pasado seis semanas. Y estaba roto desde hacía mucho antes. —Me faltaba el aire. No solo a causa del deseo, sino del temor a que me rechazara.

—No soy de fiar —susurró.

—Ya me lo has dicho. ¿Quieres que firme una cláusula de renuncia?

Rió. Tomé su mano y la puse sobre mi piel.

—Enséñame otra vez cómo llegar a tu apartamento desde Santa Mónica.

—Puedo hacer mucho más que eso.

Se quitó la camiseta y dejó al descubierto un torso fino y sin vello. Luego se quitó el resto de la ropa para mostrar un cuerpo nervudo, de caderas estrechas, dotado de esa piel aceitunada, perfecta. Si te digo que era el hombre más hermoso que había visto en mi vida probablemente estaría exagerando, pero puedes hacerte una idea.

Poco después empezó a quitarme el vestido y a decirme lo mucho que me deseaba.

Claire me había hablado de la primera vez que se acostó con alguien después de separarse de James, de lo nerviosa que estaba. Después de dejar a Garv, me había resultado imposible imaginarme con otro hombre, literalmente imposible. Sin embargo, era mucho más fácil de lo que había pensado.

—Eres preciosa —susurró al



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