Leyendas by Stefan Zweig

autor:Stefan Zweig
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788419558145
editor: Arpa
publicado: 2023-04-27T00:00:00+00:00

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1 Publicada por primera vez en Jüdische Rundschau, Berlín, 1937.

LA LEYENDA DE LA TERCERA PALOMA1

En el libro del principio de los tiempos se cuenta la historia de la primera y de la segunda paloma, que el antepasado Noé envió desde el arca como mensaje cuando se cerraron las compuertas del cielo y se secaron las aguas del abismo. ¿Pero quién ha dado cuenta del viaje y el destino de la tercera paloma? En la cima del monte Ararat quedó varada la nave salvadora, que contenía en su vientre toda la vida rescatada por el diluvio, y cuando los ojos del patriarca desde el mástil solo vieron olas y olas, aguas infinitas, envió una paloma, la primera, para que le trajera noticias de si había tierra a la vista en algún lugar bajo el cielo sin nubes.

La primera paloma, según cuenta la historia, se elevó y abrió las alas. Voló hacia el este y el oeste, pero todavía había agua por todas partes. No había dónde descansar para su vuelo, y gradualmente sus alas comenzaron a cansarse. Entonces ella regresó a la única fortaleza en el mundo, el arca,

y revoloteó alrededor del barco que descansaba en la cima de la montaña hasta que Noé extendió la mano y la llevó a su casa en el arca.

Esperó ahora siete días, siete días durante los cuales no hubo lluvia y las aguas bajaron, luego tomó otra vez una paloma, la segunda, y la envió a buscar novedades. La paloma salió volando por la mañana, y cuando volvió a las vísperas, traía una hoja de olivo en el pico como primer signo de la tierra liberada. Entonces Noé escuchó que las copas de los árboles ya estaban sobre el agua y que la prueba había pasado.

Después de otros siete días, volvió a enviar una paloma, la tercera, para informarse, y ella voló hacia el mundo. Salió volando por la mañana, pero no regresó por la noche; Noé esperó día tras día, pero no regresó. Entonces el patriarca supo que la tierra estaba libre y que las aguas habían descendido. Pero de la paloma, la tercera, no supo nada más, ni tampoco la humanidad; su leyenda nunca fue contada hasta nuestros días.

Este fue el viaje y el destino de la tercera paloma. Por la mañana había salido volando de la cámara sombría del barco, en la que en la oscuridad los animales amontonados murmuraban con impaciencia y se oía una multitud de cascos y garras, un sonido salvaje de rugidos y silbidos, de siseos y ladridos. Había salido volando desde la estrechez a la extensión infinita, desde la oscuridad a la luz. Pero cuando la paloma levantó el vuelo en el aire limpio, dulcemente especiado por la lluvia, la rodearon simultáneamente la libertad y la gracia de lo ilimitado. Las aguas brillaban desde las profundidades, los bosques resplandecían verdes como musgo húmedo, la niebla matinal se elevaba blanca desde los prados y la fragante fermentación de las plantas endulzaba los valles. Un fulgor reflectante caía

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