Las reglas del juego 1 by Nisa Arce

Las reglas del juego 1 by Nisa Arce

autor:Nisa Arce
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2013-10-19T22:00:00+00:00


[1] Premier: liga inglesa. Bundesliga: liga alemana. Calcio: liga italiana.

[2] Tomado de la canción Te busqué, del rockero argentino Ariel Rot

Capítulo 5

Valentina despertó en la cama de la suite, solo que esta vez sin compañía alguna. La cabeza le daba vueltas y una sensación generalizada de malestar dominaba su cuerpo.

No recordaba a qué hora había llegado, pero por su situación dedujo que lo había hecho de madrugada y en condiciones no demasiado alentadoras: tenía puesto el carísimo vestido de Versace, hecho ahora un guiñapo por lo arrugado, y sus pies, doloridos, no se habían visto despojados de los prohibitivos taconazos Manolo Blahnik que lucía con orgullo cada vez que le era posible. Quizás fuese una de las modelos más reputadas en aquel lado del charco y ya se había acostumbrado a los lujos, pero cada vez que se subía a esos zapatos, no sabía bien por qué, se acordaba de cuando era una jovencita y se escapaba a pasear por las zonas pudientes de Buenos Aires, matando las horas suspirando ante los escaparates, soñando despierta con zapatos como aquellos que, se decía, jamás podría tener.

Esa mañana, ya descalza, y mientras contemplaba al espejo su melena revuelta, las ojeras de trasnochadora que el poco corrector que aún quedaba sobre su piel no podía disimular y la cara de hastío que semejante ritmo de vida le estaba dejando, trató de buscar en dicha imagen a la adolescente despreocupada y de familia humilde que se habría horrorizado ante la idea de lanzar por los aires un par de zapatos de cinco mil dólares.

Siempre se había considerado una mujer hecha a sí misma, fuerte, con carácter; imperturbable ante las desavenencias, decidida a no dejar que nadie se interpusiera en su desarrollo profesional y personal. Era por ello que prefería no profundizar, y pisotear corazones ajenos antes que exponer el suyo propio.

Encadenar amantes esporádicos, salvo algún susto que otro, jamás le había supuesto un problema ni en lo físico ni en lo moral.

«La vida es corta», era su lema.

Y aunque dicha máxima le había llevado a tener conversaciones intensas y prolongadas con el único hombre con el que se había sincerado completa y absolutamente, esa mañana, mientras sus propios iris azules, reflejados en la superficie del espejo tocador, parecían clavársele en lo más profundo del alma, Valentina se preguntó si en verdad Mateo no llevaría razón.

Su hermano siempre había sido cuidadoso y discreto a la hora de escoger con quién compartía lecho. En la práctica totalidad de las ocasiones, los elegidos pertenecían al mundo del espectáculo, al que ella, por su condición de estrella mediática, tenía fácil acceso. Alguna fiesta privada, algún evento al que aprovechaba para invitarle en calidad de acompañante. Ambientes repletos de actores, cantantes, productores, modelos, presentadores y un largo etcétera, habituados a mantener en secreto la identidad de aquellos que, pese a pertenecer a su círculo, no podían entrar en él con total libertad.

Y es que pocos escenarios más homófobos existían que el del fútbol profesional; era por ello que él



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