Las colinas de Brooklyn by Fernando P. Fuenteamor

Las colinas de Brooklyn by Fernando P. Fuenteamor

autor:Fernando P. Fuenteamor [Fuenteamor, Fernando P.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: novela gay
editor: Editorial Egales
publicado: 2015-01-23T23:00:00+00:00


***

—¿Tomamos la última? —sugirió Arline mientras entraba de nuevo en la casa después de que el último coche de los invitados hubiera desaparecido en la curva—. Creo que los cuatro tenemos que hablar de algo importante —añadió con aire conspirador.

Aceptando su invitación, los tres la seguimos hasta el salón.

—Le he pedido a Sam que se quede con nosotros porque quería daros las gracias en privado a los tres —comenzó una vez estuvimos sentados y con las copas servidas—. Independientemente de lo que suceda, de que lo que acabamos de ver tenga o no el éxito que todos esperamos, quiero deciros que para mí habéis realizado una verdadera maravilla y que de ahora en adelante únicamente trabajaré con vosotros —se llevó la copa a los labios, dio un pequeño sorbo y nos guiñó un ojo—. Y ahora creo que va siendo hora de descubrir nuestro pequeño secreto a Sam —añadió con su sonrisa más encantadora.

—¿Un secreto? —se sorprendió este mirándonos alternativamente.

Ante el desconcierto de Sean y el mío propio, Arline añadió:

—Vamos, vamos, muchachos, no pongáis esas caras. He estado pensando que nadie mejor que Sam podía encargarse de dirigir ese guion que estoy esperando con tanta ansiedad.

—¿Cómo? —dijo Sam.

—Paul y Sean me convencieron antes del verano de mi vuelta a la pantalla grande con un guion escrito por ambos —se dirigió a este mientras volvía a rellenar nuestras copas vacías—. Y yo acepté producirlo e interpretarlo.

Yo miraba a Sean por el rabillo del ojo intentando descubrir cuál iba a ser su reacción, pero le vi tan tranquilo que me relajé y me mantuve en silencio. Saqué el paquete de cigarrillos y le ofrecí a Arline, que rehusó con un gesto. Sam estaba ya fumando y parecía la viva imagen del desconcierto. Se ajustó sus grandes gafas de carey al caballete de su nariz y abrió la boca como para iniciar una frase pero, finalmente, no dijo nada y aplastó nerviosamente su cigarrillo en el cenicero que tenía al lado.

—Creo que Sam también te debería hablar de otro proyecto —dejó caer Sean dando un pequeño sorbo a su copa—. La noche como puedes ver, va definitivamente de sorpresas.

Arline miró a Sean con perpleja curiosidad.

—¿Qué quieres decir? —preguntó.

—Será mejor que sea Sam quien te lo explique. La idea es suya —respondió.

—Perdonad si os digo que en estos momentos me siento como una pelota de ping-pong entre vuestras raquetas —protestó Sam retrepándose en su sillón.

—Oh, querido, no sabes cómo lo siento —se disculpó Arline—. No era mi intención...

—Está bien, está bien —intervino de nuevo Sean—. Lo mejor que podemos hacer es explicar las cosas por partes. ¿De acuerdo?

—Claro, claro —respondió Arline confusa—. Para eso estamos aquí.

—En una comida que tuvimos hace unas semanas con Sam —empezó Sean—, él nos propuso una idea que, según han pasado los días, me ha ido pareciendo mejor, por la libertad de creación que nos daría. Se trata de crear una productora independiente destinada a realizar largometrajes para su paso exclusivo por televisión. El problema que tenemos, querida Arline,



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