La Serpiente De Piedra by Jason Goodwin

La Serpiente De Piedra by Jason Goodwin

autor:Jason Goodwin
La lengua: es
Format: mobi
ISBN: 9788432231728
editor: Ed. Seix Barral. Colección Biblioteca Abierta
publicado: 2010-12-10T16:00:00+00:00


61

La viuda Matalya salió al patio, con la gran pala que utilizaba para sacudir sus alfombras, y también para reunir sus pollos en el corral.

—Anda, bonita —canturreó.

Alargó una curtida mano. La gallina se agachó hasta tocar el suelo, levantando sus plumosos hombros. La viuda la cogió suavemente, se la colocó bajo el brazo y le retorció el cuello.

—Eras demasiado vieja, de todos modos —dijo con tono de reprensión.

Cruzó la casa con la gallina en las manos, recogiendo al pasar un cesto de detrás de la puerta, y se sentó en un pequeño taburete en el callejón. El sol se había puesto, pero la pared contra su espalda aún estaba caliente. Empezó a desplumar la gallina, dejando caer las plumas en el cesto.

—La sopa es lo mejor —le murmuró al ave—. Y como eres vieja harás un buen caldo. Un poco de arroz. Estupendo para después de un susto.

Le dio la vuelta a la gallina en su falda y empezó a arrancarle las plumas del pecho.

—La verdad es que yo tengo un buen susto, también —prosiguió. La cabeza del ave colgaba de su rodilla—. Es un trastorno, y en absoluto lo que esperaba a mi edad. Una mujer extranjera, también. Una no creyente... ¡en mi casa!

Dio un irritado tironcito y rasgó la piel del ave.

—Mira lo que he hecho. —Hizo una pausa y formó un dibujo con sus dedos, contra el mal de ojo—. Debería irse con su propia gente, pobrecita. Ningún marido ahora, ¡y tan lejos de su madre!

Trabajó sobre las patas, y luego las alas. Se preguntó cuántos pollos habría desplumado en su vida. Debían de ser centenares. No es que fuera glotona. Los alimentaba y ellos la alimentaban a ella, y así eran las cosas.

¡Cómo había gritado cuando su marido se murió! Un día entero, un auténtico clamor. ¡Estaba tan trastornada! A las francesas debía afectarles de otra manera, quizás. Tendrían la sangre aguada... podría ser.

La viuda Matalya hizo un poderoso esfuerzo de imaginación. Tal vez uno tenía que estar con su propia gente para dejarse ir como Dios manda, concluyó.

Y, no se podía negar, era bueno tener un poco de sopa para cuando una sufría un disgusto.



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