La rosa by Robert Walser

La rosa by Robert Walser

autor:Robert Walser [Walser, Robert]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1924-12-31T16:00:00+00:00


De algunos escritores y de una mujer virtuosa

Cuando me enfrasco en la lectura, no me resulta fácil dejarla y puedo pasarme semanas con ella. Así, me leí de cabo a rabo las comedias de Molière y los relatos de Maupassant, y me complace tener juntos a estos dos grandes artistas; son similares en temperamento y conocimiento del ser humano. Leer a Maupassant puede hacerle desdeñar a uno el curso normal de la vida por las cosas sorprendentes que le va poniendo ante los ojos. Una fuerza increíble unida a la más fina de las sensibilidades. Nunca ha habido, sin duda, un autor de relatos más grande. Haberlo leído significa haber estado de buen humor, aterrado y fascinado. No creo que alguien logre escribir de nuevo tantas cosas extrañas. Por lo demás, yo soy capaz de admirar ciertos libros y luego desecharlos, pues uno siempre puede encontrarlos en las librerías. Mucho me divertí con los Cuentos crueles del conde Villiers de l’Isle-Adam. ¡Qué generosa e imaginativamente escribe Dumas! ¿Conoce usted su novela sobre Montecristo? De las Memorias de una mujer joven de Eugène Sue me dirá que el libro no se le cayó de las manos antes de llegar a la última línea. Estos dos autores que acabo de mencionar escribían de manera absolutamente no literaria, es decir, con una imaginación natural y espontánea, y quizá por eso mismo constituyen un valor literario. Balzac revela en sus obras una cultura infinita. Pero hay libros que arrebatan ya sólo por la despreocupación con que han sido escritos. En el hospital leí un ensayo sobre una judía que permaneció fiel a su marido incluso cuando éste fue puesto en la picota, y, con su actitud, impidió que la multitud lo insultase. En las mujeres nos gustan o desagradan exactamente los mismos rasgos de carácter que en nosotros, los hombres. ¡La falta de brillantez puede volverse radiantemente hermosa gracias a la virtud! A veces leo libritos de lo más corriente, de esos que se compran en los quioscos, como si uno fuera un viajero al que sus actividades no le permiten hilar demasiado fino en sus elecciones. Es sabido que introducimos pensamientos propios en lo que leemos, por lo que, en realidad, no hace falta rehuir ningún libro. ¿Acaso no debemos saber tratar también con cualquier ser humano? A veces tiene usted que vérselas con más de una persona que no es de su agrado, pero no se lo hace notar en seguida. Heinrich von Kleist fue desaprobado durante mucho tiempo y luego casi sobrevalorado de golpe. Yo consideraría su prosa más lograda que sus versos, que en parte se me antojan arrancados por la fuerza al ánimo y al entendimiento. Pentesilea me da la impresión de un cambio de voz; en esta pieza hay para mí un afán poco inteligente de grandeza que acaba derrumbándose, un querer-sacar-de-golpe-demasiadas-cosas-de-sí-mismo. A continuación leí las obras juveniles de Goethe, y en el goce que me produjeron personajes como Götz, Klärchen y Margarita comprendí los esfuerzos desplegados en



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