La pasión criolla por el fashion by Antonio de Abreu Xavier

La pasión criolla por el fashion by Antonio de Abreu Xavier

autor:Antonio de Abreu Xavier [de Abreu Xavier, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2016-06-28T00:00:00+00:00


Con las espuelas a sus pies

Si bien el pie femenino, calzado, fue objeto de adoración en la literaria de viajeros, no puede decirse lo mismo de la extremidad masculina. El pie del hombre está con frecuencia vinculado a la falta de apariencia gallarda, que sí tenía el estilo de un jinete a la europea, y a situaciones grotescas caracterizadas por el mal uso del calzado. En efecto, para el criollo la cabalgadura y el pie descalzo estaban asociados. La alpargata era para andar a pie, pero en el campo, donde el caballo era el medio vital de locomoción, se imponía la imagen de los pies pelaos, que delataban la procedencia de su dueño por el color del polvo o del lodo pegado a ellos, como testifican casi la mayoría de los viajeros que al llegar a un destino, presurosos, deseaban quitarse botas y todo el polvo del camino.

La identificación del pie pequeño como característica casi general de la población femenina venezolana se aplicó por igual a los hombres; por ello, en 1809, el presbítero Manuel Fajardo colocó un aviso en la Gazeta de Caracas en procura de un esclavo suyo, de nombre Hermenegildo, quien había huido. Por las señas físicas y aptitudes tan completas suministradas, el sacerdote imploraba a toda ayuda terrenal para encontrar a este mulato soltero que sabía tocar arpa y guitarra, cantar, pintar y hacer figuras de esculturas, aunque mal; de cara algo redonda, cejas espesas, pelo negro y crespo; cuerpo regular y pies pequeños (Poudenx y Mayer: 164).

Es interesante la visión del pie masculino sujeto a riendas y arreos. Al criollo le gustaba cuidar con dedicación los ornatos de sus caballos, de sus estribos y espuelas de plata o metal dorado. Esta pasión no era exclusiva de alguna clase social; al contrario, todo propietario de un equino intentaba copiar esta moda. Hawkshaw dice haber conocido hombres que gastaron cuanto tenían en este lujo y, por ello, no era raro ver 'una espuela de plata colocada en un pie descalzo'. El Consejero Lisboa quedó igualmente impresionado con los grandes estribos de metal amarillo de algunos hacendados, ideales para vadear un río. En ocasiones, Rosti vio estribos ricamente labrados de cuya suela pendían dos extremos de latón en forma de pirámide, bañados en plata y adornados con arabescos y otros tallados. Como el estribo se usa muy largo, el jinete debe estirar totalmente las piernas y solo alcanzaban el estribo con los pies de puntilla. Para Morisot, los pintorescos jinetes merecían admiración: 'sus pies desnudos, bronceados, están armados con enormes espuelas sostenidas con correas, dignas de figurar en un museo'. Por cierto, este viajero tras observar algunos batallones de 1887, afirmaba que 'todos aquí tienen muy bellos pies, pequeños y bien arqueados' y admiraba el 'gran lujo' desplegado por algunos señores en su calzado, en particular por los 'magníficos botines lustrados e irreprochable atuendo, en contraste con los muchos que andan descalzos' (Hawkshaw: 153; Lisboa: 274; Rosti: 71; Morisot: 176, 107).

Este contraste era aún más evidente en determinadas



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