La mujer de piedra by Tariq Ali

La mujer de piedra by Tariq Ali

autor:Tariq Ali [Ali, Tariq]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2000-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO XIII

Salman medita sobre el amor y habla de la

tragedia que mancillaba su vida; la cruel

traición de Mariam, la hija del comerciante

de diamantes copto Hamid Bey en Alejandría.

* * *

¿Soy yo realmente el primer hombre en aparecer ante ti, Mujer de Piedra? Cuando le he dicho a mi hermana Zeynep que necesitaba hablar contigo se ha mostrado abiertamente hostil y desdeñosa: «¿Por qué quieres mancillar lo que ha sido un santuario para las mujeres de esta casa?».

He tenido que recordarle con firmeza que, cuando éramos pequeños, no eran sólo las niñas las que venían a esconderse detrás de las rocas para espiar a nuestras madres abrumadas por la culpa, y a las tías y sirvientas. Halil y yo veníamos también. Al oír eso ella ha sonreído y se ha ablandado un poco, y como resultado, he venido a verte, después de casi veinticinco años, tras obtener a regañadientes el permiso de mi hermana.

Si pensabas que este alegre regreso a tu lado indicaba que vuelvo a ser de nuevo el chico despreocupado de mi juventud, te equivocas. Estoy atormentado, Mujer de Piedra. A lo largo de los últimos cinco años, mi alma ha experimentado demasiadas noches oscuras.

Hasán Babá siempre nos ha enseñado que sin la experiencia de la oscuridad uno no puede apreciar adecuadamente la luz, pero hay otro aspecto de la cuestión. ¿Y si la oscuridad nunca cesa y la luz se convierte sólo en un recuerdo remoto? He oído que en algunos lugares del mundo donde el sol casi desaparece durante el invierno, hay mucha gente que lo encuentra insoportable y se quita la vida. Lo mismo sucede con la oscuridad interior, que a veces puede asfixiar el alma.

Como nunca has oído mi historia, supongo que debo empezar por el principio. No me detendré demasiado hablando de mi madre, que murió al traerme a este mundo. Otros te lo habrán mencionado y te habrán contado cómo esa muerte transformó completamente a mi padre. Para evitar pensar en ella, él se convirtió en una persona que nunca hubiera podido pensar en ella ni sentirse atraído por alguien como ella. Cada uno de nosotros tiene un cierto instinto para el disfraz y la transformación. Proporciona un cierto placer saber que somos capaces de ello, y nos ayuda a engañar a los ojos entrometidos. Mi padre, desgraciadamente, llevó la farsa tan lejos que casi empezó a creerse del todo su nueva identidad. Yo fui el que más sufrió por ello. Para Iskander Bajá yo debí de ser un doble recordatorio de ella y de la involuntaria causa de su muerte. Lo que mi hermano y hermanas no saben es que a menudo cuando me veía solo, de niño, él me levantaba del suelo y besaba mis mejillas con gran afecto. Yo siempre supe que me quería, pero había otra parte en él que quería castigarme, y a medida que me iba haciendo mayor, también pretendían castigarle mis pequeños actos de rebeldía a las tiranías domésticas, y nuestras relaciones se deterioraron. Desde la edad de catorce años quise escapar de esta familia.



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