La encantadora by Michael Scott

La encantadora by Michael Scott

autor:Michael Scott [Scott, Michael]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 38

La bruma se arremolinó cuando los espartoi se acercaron a un Niten indefenso. Rápido como un rayo, uno de los guerreros embistió contra el inmortal para atizarle un garrotazo en el muslo. El japonés se derrumbó sobre el puente con un gruñido de dolor. Niten cayó sobre la espalda y se quedó mirando a las criaturas con rasgos reptiles. En ese instante supo que iba a morir. El inmortal sintió una punzada de remordimiento: siempre había deseado morir en su querida patria, Japón. Y, además, le había hecho prometer a Aoife que si fallecía en un país extranjero o en un Mundo de Sombras, ella se encargaría de llevar su cuerpo sin vida hasta Reigando, al suroeste de Japón. Pero Aoife había desaparecido. Jamás podría cumplir su promesa de rescatarla. Y su cuerpo nunca podría yacer donde él siempre había querido.

—Te mataremos lentamente —dijo una de las criaturas con voz juvenil.

El espartoi dio un paso hacia el inmortal y bajó la mirada. De su mandíbula colgaban hilos de saliva que olía a mil demonios.

En ese momento, un Toyota Prius apareció de la noche brumosa y se llevó por delante a dos de las criaturas. La gigantesca estructura metálica se sacudió y sonó como una campana. Todos y cada uno de los espartoi que amenazaban a Niten se dieron media vuelta, sorprendidos y asombrados. El inmortal apoyó la espalda sobre el puente y soltó una patada con todas sus fuerzas. El golpe aterrizó bajo la barbilla de la criatura. La mandíbula inferior se estrelló con los dientes afilados de la superior y el espartoi soltó el garrote, aullando de dolor. Niten cogió el garrote en el aire, impidiendo así que se cayera al suelo, y asestó un mazazo a los pies de la bestia. El espartoi gritaba como una tetera hirviente mientras saltaba a la pata coja. El inmortal japonés arreó otro garrotazo sobre el otro pie de la criatura y escuchó un crujido. La bestia se arrodilló. Ahora, sus gritos eran tan agudos que incluso parecían inaudibles.

Un segundo automóvil, un Escarabajo de la casa Volkswagen que avanzaba a trompicones por el puente, salpicando chispas a ambos lados del puente, atropelló a dos espartoi más. Prometeo emergió de entre la oscuridad nocturna con una gigantesca espada que empuñaba con ambas manos. Dos de las criaturas con aspecto de cocodrilo se abalanzaron sobre el Inmemorial y la gigantesca espada cortó el aire. Un espartoi alzó su escudo protector. La espada golpeó la superficie en una explosión de chispas y la criatura no tuvo más remedio que arrodillarse sobre el suelo. El segundo espartoi trató de esquivar el golpe con el garrote. El filo de la espada le arrebató el mazo de las manos y lo arrojó por los aires. El arma del guerrero se sumergió en el agua. Desarmadas, las dos bestias se retiraron hacia la densidad de la niebla.

El Inmemorial se posicionó ante el inmortal caído.

—¿Estás herido?

—Dame un momento. Deja que me cure —respondió Niten mientras se ponía en pie. El aire que le rodeaba se iluminó de color azul y la niebla se inundó del aroma del té verde.



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