Grimpow: El camino invisible by Rafael Abalos

Grimpow: El camino invisible by Rafael Abalos

autor:Rafael Abalos
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: Aventura
publicado: 2013-02-27T08:00:00+00:00


Capitulo 13

La llave de los misterios

En la iglesia no había nadie. Los bancos de la nave central habían vuelto a ser colocados en orden, y un fuerte olor a incienso purificaba el aire entre los destellos de los cirios encendidos en el altar. Buscaron al párroco en la sacristía pero tampoco estaba allí, así que cogieron un candelabro, prendieron las velas para iluminar su camino hacia las tenebrosas profundidades de la cripta y salieron de la sacristía preguntándose qué nuevo misterio les aguardaría al pasar la piedra sobre la inscripción, y si acaso encontrarían allí el secreto de los sabios.

Situados de nuevo sobre la inscripción tallada en el círculo central de la cripta, Grimpow sacó la piedra de la bolsa de lino que le colgaba del cuello, se agachó hasta colocarse en cuclillas y acercó la piedra a los signos escritos sobre el círculo. Entonces, aquel prodigioso mineral comenzó a mudar su color lentamente, hasta adquirir la apariencia de un carbón encendido. Con suavidad pasó la piedra sobre la inscripción repitiéndose mentalmente las palabras: PASA LA LLAVE DE LOS MISTERIOS, y los signos tallados sobre el círculo se mudaron en signos rojizos e incandescentes, de un color tan insólito e intenso, que parecían escritos a fuego.

Sin embargo, nada ocurrió ante ellos.

-¿Qué pasa ahora? -preguntó Salietti inquieto, pues esperaba que si, como creían, su piedra era la verdadera y única piedra filosofal, el mítico y auténtico lapis philosophorum de los sabios, la llave de los misterios que decía el criptograma, algo sorprendente y mágico debía ocurrir ante sus ojos al pasar la piedra sobre la inscripción.

-No lo sé. No sé qué más podemos hacer -dijo simplemente Grimpow, haciéndose eco de su propio desencanto.

-Tal vez nuestra piedra filosofal no sea la llave de los misterios, como tú habías pensado -lamentó Salietti.

-¡O tal vez no sea sólo la inscripción sobre lo que hay que pasar la piedra! -replicó Grimpow, sintiendo un súbito chispazo en su mente.

Instintivamente alzó los ojos a la bóveda que quedaba a dos palmos de la cabeza de Salietti y a algunos más de la suya, y lo vio allí, en el centro en que confluían las nervaduras radiales del techo abovedado de la cripta.

-¡El Ouróboros!

El signo de la serpiente que se muerde la cola, el mismo signo del sello de oro y del mensaje lacrado que portaba el caballero muerto en las montañas, estaba tallado sobre la inscripción de la cripta sin que hasta ese instante se hubiesen dado cuenta de ello.

-Déjame la piedra, yo la pasaré por el signo del Ouróboros con sólo alzar mi brazo -dijo Salietti, más animado.

Pero al pasar la piedra sobre el signo tampoco ocurrió nada.

-Lo intentaré yo -dijo Grimpow, volviendo a coger la piedra de manos de Salietti.

Y tan pronto situó la piedra bajo el signo del Ouróboros, un rayo de luz que parecía fuego celestial surgió del centro de la bóveda de la cripta y se proyectó sobre la inscripción. A su lado oyeron el crujido de una roca, y al girar



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