La conquista de Valencia por el Cid by Estanislao de Kotska Vayo

La conquista de Valencia por el Cid by Estanislao de Kotska Vayo

autor:Estanislao de Kotska Vayo [Vayo, Estanislao de Kotska]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1831-01-01T05:00:00+00:00


Cuando puso fin a su canto, habíame asomado a la ventana, y miraba al paladín de la azucena, que recostado sobre el tronco de un árbol me saludaba con respetuosos ademanes, como significándome que era yo el blanco de sus cantares. Quise retirarme, pero su acento era tan melodioso y tenía tan presente la pujanza con que levantó de las sillas e hizo perder los estribos a los mejores jinetes, que no acerté a mover la pesada planta. Ya entonces se había acercado el joven con la visera alzada, y dejaba ver unos luengos rizos de azabache, contrastando maravillosamente con el nevado color de su tez; pedíame perdón de su atrevimiento con tan blandas y expresivas palabras, que no hallé modo de airarme por más que lo procuré, y así fingiendo enojo como mejor supe, le respondí suavemente, y le mandé no comparecer ante mi presencia segunda vez. Juró obedecerme y me rogó por favor si quería concederle el que desde aquel día fuese mi secreto caballero para tener una deidad, según él decía, que le acorriese y alentase en los combates. Principió desde entonces a mostrarse tan afectuoso, tan cortés, tan denodado y tan obediente que aunque en todas partes le veía lucir sus habilidades y donosura, nunca osaba alzar los ojos para mirarme por no ofenderme. Era yo para él como una estrella que le guiaba a los sitios más arriesgados, y adondequiera que había laureles que coger, contentándose con ofrecérmelos sin aspirar a más premio que el que admitiese yo propicia estas ofrendas. Así pasaron los hermosos días de mi primera juventud en Burgos, hasta que partimos al monasterio de San Pedro a causa del destierro de mi adorado padre. Nunca más oí hablar de semejante guerrero, ni aun sabía su verdadero nombre, pues no se lo había preguntado la única vez que le hablé. En esto emprendimos nuestro viaje al castillo de Cebolla, y caímos en poder del malvado Abenxafa; creció con este golpe mi desconfianza de tornar a ver al denodado caballero que tenía por timbre una humilde azucena. Llamome cierto día la esclava Aldara, y me dijo:

«Un guerrero disfrazado del campo cristiano ha llegado a advertiros que el caballero de la azucena que ha trocado este título por el del Armiño os espera a la orilla del Turia, habiendo atropellado cuantos peligros ha encontrado en su viaje». No pude poner freno a mi gratitud, y vistiéndome en traje moro, salí, le oí y le hablé. Nuestro encuentro fue feliz, porque ni uno ni otro sufrimos contratiempo alguno; hasta que el malvado Dolfos arrastrándole engañado a esta ciudad cortó de raíz las halagüeñas esperanzas que había yo concebido de ser dichosa en brazos de un caballero, cuyo valor y generosas pendas le hacían de todo punto digno de aspirar a mi mano.

Muda y embelesada escuchaba Jimena a su hija, porque había recelado al principio algún desmán, y solo hallaba la presente causa para alabar la cordura y altos pensamientos de su hija. Reputara sin duda



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.