La batalla de Stalingrado by William Craig

La batalla de Stalingrado by William Craig

autor:William Craig [Craig, William]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1973-01-01T05:00:00+00:00


Pero los rusos no tenían una fórmula rápida para conseguir este objetivo. En aquel momento, siete Ejércitos soviéticos apretaban en un hostil abrazo al VI Ejército. Los 66.º y 74.º Ejércitos estaban situados en el norte; los 21.º y 65.º cerraban la salida por el oeste; los 57.º y 64.º empujaban por el sur. En el mismo Stalingrado, el 62.º Ejército de Vasili Chuikov poseía la orilla del Volga desde el mes de septiembre.

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El Kessel tenía, grosso modo, cuarenta y cinco kilómetros de largo por treinta y cinco de ancho, con el lado occidental acabado en punta y dando la impresión de ser el hocico de un oso hormiguero gigantesco. En su parte media, cinco cuarteles generales de cuerpos de Ejército estaban esparcidos por la estepa alrededor de Paulus, mientras dentro del perímetro las abatidas divisiones se enfrentaban con el exterior.

Guarneciendo el frente norte cercano al Volga se encontraban las 24.ª y 16.ª Divisiones Panzer. A su izquierda, permanecían la 60.ª Motorizada y la 113.ª de Infantería, mermadas. En el sector noroeste, las casi destruidas Divisiones 76.ª, 384.ª y 44.ª se reponían de las heridas sufridas en su retirada al otro lado del Don. En el extremo de la punta occidental, en el «hocico», los restos de la 376.ª División conservaban una precaria faja de terreno al lado de la 3.ª Motorizada. En el lado sur de la bolsa, la 29.ª División Motorizada se hacía fuerte angustiosamente junto a las Divisiones 29.ª y 371.ª. La 14.ª Panzer y la 9.ª Antiaérea vagaban como reserva por la bolsa, moviéndose de posición en posición según la amenaza del momento.

Dos divisiones rumanas y un regimiento de croatas se reponían en la línea del sur más cercana a Stalingrado. Y dentro de la población, seis exhaustos grupos de combate conservaban el noventa y cinco por ciento de la ciudad. Allí las Divisiones 71.ª, 295.ª, 100.ª, 79.ª, 305.ª y 389.ª estaban enterradas en los mismos sótanos y trincheras que ocuparon durante los meses de septiembre y octubre.

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En la orilla del Volga, el general Chuikov, desasosegado, entraba y salía de su búnker, situado en los riscos, maldiciendo su mala suerte. Su guerra se había vuelto estática —una consecuencia del drama en las estepas del oeste y del sur— y el Volga continuaba atormentándole. Los témpanos de hielo se deslizaban, enormes, chocando unos contra otros como cuchillos rascando vidrio.

El 27 de noviembre, el disgustado Chuikov radió al Cuartel general del frente al otro lado del río: «El canal del Volga, al este de las islas Golodni y Sarpinski, está completamente bloqueado por el denso hielo… No se han entregado las municiones ni evacuado los heridos».

La ofensiva en la estepa no había resuelto sus problemas. No sólo eso, sino que estaba afligido por unas órdenes que hacían que sus tropas anduvieran escasas de raciones. Chuikov estaba furioso con sus superiores y les dijo: «… con cada soldado deseando con todo su corazón y con toda su alma ensanchar la cabeza de puente para poder respirar más libremente, tales economías parecen una crueldad injustificada…».



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