Ismos by Ramón Gómez de la Serna

Ismos by Ramón Gómez de la Serna

autor:Ramón Gómez de la Serna [Gómez de la Serna, Ramón]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Arte, Humor, Pintura
editor: ePubLibre
publicado: 1931-01-01T00:00:00+00:00


VI

En la misma poesía nueva campea el humorismo. Los nuevos poetas de España, al intentar el surrealismo, incurren en el humorismo más alterado, en el superhumorismo. Las últimas imágenes dichas con todo empaque poético tienen dislate humorístico, entremezclas de imposible.

Es lo que les era necesario hacer bajo las luces exigentes de España, que necesitan rebeldía para todo amaño de arre, burla en la línea, guasa en medio de la recitación, remate cínico en la filigrana. El mismo toreo se queda con gesto de haberse burlado cuando ter mina la suerte trágica.

La categoría, la ínfula, el orgullo español no pueden lucirse sin contrapeso como esas mismas altiveces de Francia, por ejemplo.

El que ha recibido la condecoración necesita sonreírse de ella, y el que ha sido investido necesita descomponer con un gesto su investidura.

En el cubismo, en el dadaísmo, en el surrealismo y en casi todos los ¡sinos modernos hay un espantoso humorismo que no es burla; ¡cuidado!, ni estafa, ni es malicia callada, sino franca poesía, franca imposición, franco resultado.

La burla es no creer en lo que se dice, distanciarse de ello, no amarlo apasionadamente, encontrarlo ridículo, y en todos esos humorismos del nuevo arte hay solaz que termina en su propia obra, y están sus artistas unidos espiritual y carnalmente a sus remas, encontrándolos gallardos y dignos, pudiéndose decir que los lloran con emoción al mismo tiempo que los ríen.

Por eso cuando el público, ante las cosas modernas, cree que el autor es un guasón, es que no comparte la complacencia interior de otros motivos que los que a ese público le complacen, es que no ve que como objetivo de contemplación el artista actual siente otras cosas divergentes, rotas, sugerentes de otros mundos.

Cuando a mí me dicen: liso del alma y expresión de los faroles o de las chimeneas lo habrá dicho en guasa”, yo me revuelvo, pues he sentido el contraste de esas cosas de la noche y ese sentimentalismo me ha parecido menos amanerado, menos cargante que otros sentimentalismos que atraen la atención de los que no comprenden la poesía que se levanta sobre lo cotidiano.

Lo que no puede el arte contemporáneo es delatar su humorismo y disociarlo de su intrínseca seriedad.

Un gran sigilo para callar que es humorismo necesita el humorismo de la poesía y del arte actuales. Nadie debe despertar la ingenuidad con que se presentan. Nadie debe decirlo. Necesita como la farsa escénica, que nada descubra la farsa, que todos entren en ella, y que se llegue a creer que se está ante una seriedad de la vida idéntica a sus otras seriedades.

Por esa necesidad de guardar el secreto de que es humorismo puro, es por lo que el arte contemporáneo tiene que llegar a des mentir que lo sea y hasta a matar a quien lo suponga. Como sabe muy bien que todas son convenciones en la vida, quiere que se entre en su convención con la cortesía y el arrebato sincero con que se entra en las otras. No hay derecho en



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