Frederica by Georgette Heyer

Frederica by Georgette Heyer

autor:Georgette Heyer [Heyer, Georgette]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1964-12-31T16:00:00+00:00


16

Si Harry albergaba alguna duda respecto al marqués, no tuvo la menor dificultad en decidir que el primo y heredero de milord era un tipo estupendo. De hecho, ambos caballeros congeniaron al instante; y eso a pesar de los prejuicios de Harry, que sabía que el señor Dauntry no era del agrado de Frederica. Endymion no era tan dado a especulaciones, pero si hubiera reflexionado sobre el asunto, habría llegado a la conclusión de que Harry le gustaba, igual que el resto de los familiares de Charis. Era unos años mayor que Harry, y tenía más experiencia que él en las costumbres de Londres. Pero no era muy inteligente, y al igual que otras personas de corto entendimiento a las que aprender les resulta muy difícil, solía mirar con un respeto que rayaba la admiración a cualquiera que hubiera ingresado en la universidad.

Lo lógico habría sido pensar que esa disparidad de edad e inteligencia hubiera supuesto una barrera entre los dos. Frederica lo pensó, pero no había contado con un factor importante: los dos eran unos apasionados del deporte. Un comentario fortuito reveló a Harry que aquel aparente imbécil era un magnífico cazador y, a juzgar por su descripción de las comarcas rurales, un experto jinete. No es que Endymion, que era un joven modesto, presumiera de sus proezas: las únicas anécdotas que contó fue que había tropezado con un seto en Barkby Holt, y que se había caído del caballo en Whissendine. Pero era evidente (pensó Harry, que advirtió que Endymion no echaba la culpa de estos incidentes a su caballo, sino a sí mismo) que por muy torpe que resultara en un salón, sobre el caballo era un jinete de primera. De la caza al resto de los deportes había un paso; y cuando terminaron de discutir la superioridad de la nueva pistola Manton, las ventajas de las pistolas de siete cartuchos y las batallas que habían mantenido con varios salmones de gran tamaño, habría sido difícil decidir quién tenía al otro en mayor estima.

Es posible que a Frederica le molestara la facilidad con que Endymion había conquistado a su voluble hermano, pero Charis, que escuchaba su conversación con un brillo de satisfacción en los ojos, estaba encantada, y una vez que estuvo a solas con Harry le preguntó:

—Te gusta, ¿verdad, Harry? —Y ruborizándose, añadió—: Me refiero a nuestro primo, el señor Dauntry.

—¡Ah, Endymion! —dijo Harry—. Sí, es todo un caballero. ¡Y un tipo estupendo!

—Y es muy guapo, ¿no crees? —sugirió Charis con timidez.

Como ese aspecto no había llamado la atención de Harry, se vio obligado a considerarlo un momento antes de responder:

—Supongo que sí. Aunque a mi modo de ver es demasiado corpulento. No me extrañaría que pese cien kilos. Es posible que pegue bien, pero seguro que es fácil ganarle. Todos los pesos pesados son iguales: demasiado lentos.

—Pero es tan amable, y tan caballeroso… —dijo Charis, que se había quedado desconcertada por las críticas de su hermano.

Harry estuvo de acuerdo, pero añadió:

—Aunque no es muy listo que digamos.



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