Explosiva by Sarah MacLean

Explosiva by Sarah MacLean

autor:Sarah MacLean [MacLean, Sarah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-08-22T00:00:00+00:00


Capítulo dieciocho

¿Ella pensaba que no podría encontrar problemas en Bond Street?

En las últimas dos semanas, había visto a Imogen Loveless en un edificio en ruinas que acababa de explotar, en un almacén en llamas y en el exterior de una de las tabernas más escandalosas de Covent Garden —donde un carruaje estuvo a punto de atropellarla—, y curiosamente cuando más problemas le había dado había sido en la trastienda de una modista de Mayfair.

Porque si había alguien que le daba problemas, esa era Imogen Loveless con su lengua afilada, el rostro lavado y medio vestida.

Pidiendo a voz en grito que la despeinase.

En sus treinta años de vida, Tommy se había enfrentado a un gran número de tentaciones. Cuando era joven, le habían ofrecido caminos fáciles para alcanzar la fortuna: peleas, contrabandos, robos. A medida que fue haciéndose mayor, habían sido otros: mujeres, cartas, comida, bebida. Pero todas las tentaciones a las que había hecho frente palidecían en comparación con la tentación de Imogen delante de él con un vestido deslumbrante de un color tan vivo que supo que jamás adivinaría el nombre. Un vestido deslumbrante que evidentemente tan solo sujetaban las manos suaves de ella y sus senos, más suaves aún.

Y entonces, como si no hubiese bastado, como si él no mereciese ser un santo por no haberla tocado, se dio la vuelta. Y la espalda…

Tommy tragó saliva con la boca seca.

Estaba al descubierto.

Y él había apartado la vista.

¿Los aristócratas se llamaban nobles a sí mismos? No había nada más noble que apartar la vista de la hermosa piel de la espalda de Imogen Loveless, lisa y sedosa y lo bastante exuberante como para que un hombre se preguntara qué sentiría al acariciarla con los dedos.

Tommy merecía un maldito título nobiliario.

Había esperado en la parte delantera de la tienda de la modista en tanto Imogen se vestía, sujetando su maletín y diciéndose a sí mismo que no prestaba atención a las susurradas instrucciones de ella al pedir los últimos detalles del vestido que apenas se había puesto. Peck se guardó la sugerencia de que encargara de ocho a doce versiones distintas de ese mismo vestido, y al cuerno con los cierres de la espalda.

Se dijo que tan solo estaba esperando a que ella terminase y se le uniese. Para asegurarse de que no se escabullía por una puerta trasera y huía con la ayuda de su banda.

Se dijo que tan solo estaba haciendo su trabajo aun cuando Imogen cruzó la cortina y salió de la trastienda oliendo a peras y a rayos de sol. Lucía un vestido amarillo intenso y un abrigo a juego del color del sol de verano.

—No tenías por qué entrar —le dijo ella mientras se dirigía a la puerta con los ojos clavados en el maletín que le había arrebatado.

—Teniendo en cuenta que, al parecer, todos los sitios a los que vas suele ser donde ocurre algo perverso —le respondió al apartarse de la pared y fingir que no era un perrito faldero que la seguía a todas partes—, creo que sí era necesario.



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