Entre dos mundos by Upton Sinclair

Entre dos mundos by Upton Sinclair

autor:Upton Sinclair [Sinclair, Upton]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1941-01-01T00:00:00+00:00


V

Cuando llegó a París, tomó la precaución de telefonear a Marie antes de ir a verla, y ella le dijo que sería mejor que ella fuera a verle a la ciudad. Le dio el nombre de un hotel y ella acudió a su suite. Marie siempre parecía feliz en su presencia. Sin embargo, Lanny enseguida se dio cuenta de que estaba más pálida y delgada que la última vez que se vieron y sintió una punzada de remordimiento. Había sido cruel con ella, la había herido más profundamente de lo que había podido imaginar.

—No, cariño, no —dijo ella—. No podías evitarlo. Es el destino lo que ha interferido entre nosotros. Los dioses están celosos y no permitirán que nuestra felicidad perdure.

No quería hablar del escándalo, de la infelicidad de su familia ni de la reacción de su marido, pues para él no sería más que un sinsentido y una absoluta pérdida de tiempo.

—Seré tuya siempre que quieras, pero no podré volver a viajar contigo. Debes entenderlo.

—Lo aceptaré si es lo que quieres, querida. ¿No quieres que vuelva al cháteau?

—No creo que sea justo para los chicos, Lanny. Terminarán enterándose de todo.

—Probablemente lo saben desde hace años. ¿Por qué no ser sensatos y contárselo?

—No puedo hacerlo, Lanny. Son los hijos de Denis y él tiene la última palabra. Después de todo es su hogar y ha sido muy paciente y tolerante hasta ahora.

Para Lanny no podía haber nada en el mundo más estúpido. Dos muchachos ya mayores —Denis fils, de dieciocho años y Charlot, de diecisiete— y casi de la misma estatura que Lanny. Sin duda sus compañeros de colegio ya les habrían contado todo cuanto había que saber sobre sexo y quizá incluso los habían llevado a visitar alguno de esos lugares de París donde la juventud lleva a cabo sus primeros experimentos. Pero habían sido criados como buenos chicos católicos y educados para creer que todo era pecado. Además, su madre era una mujer buena y pura, y jamás haría cosas semejantes.

No servía de nada discutir. Marie dio el asunto por zanjado en el momento en que declaró que la casa no era suya sino de su marido. Lanny tendría su suite y ella acudiría siempre que fuera invitada. Pero a partir de ahora su amor sería clandestino. Marie no quería encontrarse con ninguno de los amigos de Lanny, pues estos recordarían en todo momento (y también ella lo haría) que era la mujer a la que los periódicos se referían como la acompañante de Lanny. De cualquier manera, a ella no le preocupaban sus amigos, ya que sus afinidades políticas eran las equivocadas y ella no era más que un incordio, un jarro de agua fría en sus conversaciones. La única excepción era Zoltan Kertezsi. A él no le interesaba la política y era un hombre discreto, un buen amigo de Marie y una buena influencia para su amante.

Muy bien, Lanny se adecuaría a esta nueva vida. Había sido agradable sentarse a leer en los jardines del château



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