El nudo by Carlos Pagni

El nudo by Carlos Pagni

autor:Carlos Pagni [Pagni, Carlos]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Política, Sociología
editor: ePubLibre
publicado: 2023-03-03T00:00:00+00:00


Dos estallidos técnicos

El ajuste atormentaba también al radicalismo. El 21 de junio Alfonsín acompañó a Eduardo Duhalde en la fundación del Movimiento Productivo Argentino, que se proponía «el cambio de modelo económico», como decía el exgobernador. El Movimiento Productivo incorporó, como uno de sus líderes, a Ignacio de Mendiguren, que era el presidente de la UIA.

El presidente de la UCR se pronunció a comienzos de agosto con una carta abierta en la que proponía la formación de un gobierno de unidad nacional en el que participaran diversos partidos, entidades empresarias, sindicales y espirituales, en obvia referencia a la Iglesia. Alfonsín volvía a una vieja idea: la conveniencia de utilizar al jefe de Gabinete como enlace con la oposición para rescatar gobiernos en estado de gran fragilidad. Era la escena para la que él había imaginado al primer ministro, que solo consiguió introducir de manera muy atenuada en la Constitución de 1994. Alfonsín habló de esto en una ocasión informal, bastante temprano. Fue el 8 de agosto de 2001, comiendo un asado en la casa de su amigo José «Chiche» Canata, en el barrio de Saavedra. Lo que sugirió aquella noche dejó la impresión de que había más conversaciones de las que se conocían con el peronismo bonaerense. Y las había. En marzo de ese año, cuando se decidió la salida de Ricardo López Murphy del Ministerio de Economía, Jorge Remes Lenicov recibió el ofrecimiento de hacerse cargo del Banco Central. Contestó que solo lo aceptaría con una condición: el abandono de la convertibilidad.

Hay un detalle problemático cuya resolución se pierde en el misterio de una historia contrafáctica: las tratativas con el peronismo bonaerense no incluían a Ruckauf, a quien Alfonsín no podía tolerar por varias razones, entre las cuales una principal era haber designado a Aldo Rico como ministro de Seguridad. Las tratativas de Alfonsín eran con Duhalde. Esa exclusión de Ruckauf era premonitoria.

En esa comida en lo de Canata, Alfonsín fue bastante preciso: había que salvar la gestión de De la Rúa incorporando a Duhalde como jefe de Gabinete y a Remes Lenicov como ministro de Economía. No hace falta aclarar: la jugada suponía, como en marzo, abandonar la convertibilidad.

Casi un mes después, en una entrevista que le realizó Mariano Grondona, De la Rúa dijo: «Cuando se habla de un gobierno de unidad y se publica que eso es para instalar a un jefe de Gabinete que cree un gobierno de salvación, como si el presidente no tuviera el papel constitucional que le compete, podría llamarse conspiración».[323]

Los recursos fiscales se iban agotando por la dramática contracción de la recaudación, derivada de una recesión que no solo era profunda, sino también interminable: había comenzado en 1998. También había un torniquete externo: el FMI era cada vez más restrictivo con los desembolsos. Esa dependencia del auxilio de las grandes potencias encarnó en una anécdota increíble. El 11 de septiembre De la Rúa estaba en su despacho de la Casa Rosada mirando las imágenes televisivas del ataque a las Torres Gemelas. Sus colaboradores estaban, como él, estupefactos.



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