El libro de la alquimista by Lena Valenti

El libro de la alquimista by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Fantástico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-11-13T05:00:00+00:00


Capítulo 13

Escocia.

Lucius se miró al espejo.

La terapia Stem Cells que habían creado funcionaba. Los cuerpos de los vampiros que no habían entrado en descomposición podían regenerarse y dejar de consumirse tal y como hacían en el momento en que empezaban a abusar de la sangre. De este modo, los vampiros podrían adaptarse mejor a la sociedad, y convertirse en un clan estético y sibarita y no decrépito como siempre habían sido.

La terapia Stem Cells estaba teniendo éxito con los vampiros de Chicago y Escocia. Y sucedería lo mismo a niveles generales. Los vampiros se integrarían en los círculos de más poder, tal y como ya hacían, pero esta vez no provocarían rechazo; porque al ser humano le atraía lo hermoso, y esa tarjeta de presentación era más aceptable y atractiva.

Su piel rejuvenecía, ya no era translúcida. Su pelo volvía a ser negro, y no entrecano. Sus ojos seguían siendo excesivamente claros, pero no lo suficiente como para parecer los de un invidente. Ya no. Sin embargo, seguiría siendo un vampiro. Y, debido a ello, todos sus dones se habían ido al carajo.

Frey le dijo que dependería de él seguir manteniendo su poder. Con el tiempo, descubrió que el dios le había tendido una trampa. Frey ya había visto la sed de sangre en él, el ansia de poder del que no se arrepentía. Pero sabía que había sido instruido por un filidh original, uno completo y poderoso al que no le había importado desafiar las leyes del rey. ¿Por qué debía respetarlo si era más poderoso que todos los reyes juntos? Siendo humano ya pensaba así.

Pero cuando lo transformaron en vanirio y recibió más dones de los que jamás pudo imaginar, su creencia se reafirmó: nunca, jamás, se sometería al ser humano. El tiburón se alimentaba de los peces menores, no al revés. Y él era un tiburón.

Por eso, cuando Loki lo visitó en sueños, no dudó en irse con él.

Su decisión fue irrevocable, y estaba orgulloso de pertenecer al bando al que pertenecía.

Porque era mucho más divertido ser un hijo de puta, que intentar comportarse honorablemente durante toda la eternidad.

Igual que el desaparecido Seth.

No obstante, estaban a un paso de obtener la venganza deseada. Loki renacería de sus cenizas. El universo se aliaba para empezar un fin de ciclo, un final de los tiempos, la oportunidad perfecta para abrir el portal definitivo y dar la bienvenida al Jotunheim. Y debían aprovechar la ocasión. Pero los vanirios y los berserkers, y ahora esas zorras que lanzaban rayos, y esos guerreros alados, les estaban jodiendo todo el plan. La lucha era encarnizada, y todo movimiento en falso acarreaba consecuencias que no se podían arreglar.

Primero habían sido Samael y Mikhail. Después Strike y Lillian. La Elegida y el puto sanador se habían cargado a Sebastian y Seth. Bajas considerables, sobre todo la de Strike, un auténtico brujo seirdr que les había ayudado mucho, y la de Lillian, una falsa luz para las almas, que habría destrozado el plan de la reencarnación, y



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